No es un punto y aparte
es un punto y coma
le antecede la historia
y el horizonte de un por-venir
le agrego tres puntos suspensivos
y entre paréntesis
un signo de pregunta
y otro de admiración
cada uno de ellos
entre comillas
No es un punto y aparte
es un punto y coma
le antecede la historia
y el horizonte de un por-venir
le agrego tres puntos suspensivos
y entre paréntesis
un signo de pregunta
y otro de admiración
cada uno de ellos
entre comillas
No todo es un sí
no siempre es divertido
frecuentemente no es simple
tampoco es fácil ni sencillo
aquellas cosas
a veces son muy buenas
y otras no tan buenas
generalmente ni perfectas
ni terribles…
A las ocho de la tarde de este verano, aquel hombre se estacionaba en el umbral más alto de una casa, siempre la misma, y a la misma hora. Sobre la vereda de los números pares, cerca del Almacén “Lo de Mary”.
A su derecha y a mano un porrón
de cerveza que a ratos degustaba. Tal vez se llamaba Segovía, Toranzo o Colazo,
hombres de otro tiempo que yo había conocido en mi andar por los obrajes,
aquella universidad no formal de los trabajos.
A aquellos nombres la
persistencia del tiempo los tiñe de blanco como fotos veladas que se olvidan de
sus imágenes.
Yo conjeturaba sobre el final de
su jornada, quizás su único descanso, el instante calmo cuando el sol cierra
los portones de las fábricas.
Me acerco a sus cansancios, los
conozco de haberlos transitado, esas horas prolongadas de sudores, pero me
cuesta imaginar sus sueños, sus amores, la otra piel, la otra historia, el hecho
de ser otro.
Ahora los papeles no se queman se
borran, el procedimiento puede ser más rápido pero los efectos son iguales.
La presión acumulada no se
percibe tanto en los momentos que acontecen, sus consecuencias se sienten mucho
después y duran más tiempo de los que uno cree.
A muchas personas no les interesa
la verdad.
Algunos seres humanos que tienen
un gran sufrimiento a veces prefieren reemplazarlo por un gran dolor, el
primero es psicológico, el segundo es físico.
Es importante darnos cuenta
cuando nuestras premisas de vida no se sostienen, como también advertir las
contradicciones de nuestros argumentos. Frecuentemente son los otros los que
perciben tales incongruencias, parte vital de esa tarea se ocupan los
psicólogo/as.
A veces se dicen cosas y no se
escuchan. Hablar y registrar lo que se dice son las grandes dimensiones de la galaxia de la comunicación.
La palabra exacta deviene de
sentirla
de pensarla días y noches
de verla clara en el fondo
cuando el agua está silenciosa y
calma
¿Qué cuerpo tiene esa palabra?
¿Qué color? ¿Cómo huele? ¿Qué
gusto?
¿Es lisa o es áspera? ¿ en sueños
te habla?
¿Cómo suena en tu íntima morada?
Hay algunas que llevan
vestimentas gastadas
el uso vacío, desmedido,
exagerado
la falta de los parlantes de
corporizarlas
ellas necesitan del ejemplo y de la
práctica
otras visten de gala -son espejos
en el agua-
estelas que perduran cuando
avanzas
te acompañan te contienen
hacen tertulias en tus noches y
mañanas
también tiene sus límites
cuando la palabra no alcanza
cuando el silencio no dice nada
cuando alguien las maltrata
La palabra en cuestión está subrayada con una ondulante línea
roja en mi computadora. En mi búsqueda
sobre su significado encontré: “El
verbo descorporizar no existe en el diccionario. Es una palabra usada para
designar la acción de separar, quitar u ocultar el cuerpo material de lo
inmaterial. El prefijo "des" se antepone a algunas palabras para
darles el significado de negación, contradicción o ausencia. Ejemplos:
amor-desamor (negación), hacer-deshacer (contradicción), corporizar o
corporeizar-descorporizar (ausencia). Referencia: Diccionario
Abierto de Español.
La cuestión no
es negar la fusión de la tecnología en nuestras vidas, el ser humano cuando
avanza no puede volver atrás, la vida como la primavera siempre avanza; más mientras
uno camina puede pensar y reflexionar sobre los límites y desafíos de las
tecnologías disruptivas (ver “21 lecciones para el siglo XXI de Yuval Noah
Harari), entre otras problemáticas del aquí y el ahora.
En un artículo leía
sobre el uso limitado de nuestras manos
y nuestros pies, con referencia a las
primeras solo podemos advertir un gran movimiento de los pulgares a lo que alguien
llama “La generación Pulgarcito/a” determinado por el uso de los teléfonos
celulares. Se desvaloriza el conocimiento práctico, esas cosas la dejamos a las máquinas y con ello perdemos el placer que siente el homo faber.
Preguntadle al
cuerpo que siente, descubrirás un universo asombroso; las sensaciones
corporales, la galaxia de lo sensible nos permite observar esa relación inseparable de cuerpo-mente.
Afina aquellos
instrumentos, el silencio, la meditación, aquella introspección, simplifica,
busca claridad, sé sincero y paciente contigo mismo. Intensifica el contacto con las personas y con los objetos,
toca con las manos lo liso y lo áspero, siente lo que huele bien y lo que huele
más, amplia tus sabores y tu mirada, escucha tus diálogos internos y externos.
Haz de las palabras un arte, celebra los
encuentros, aquellas tertulias.
Observa como
los juegos han perdido esa sensación física y carnal, a veces ni siquiera se
transpira, a veces se juega a solas.
La
comunicación, el amor, el jugar, sentirlo a la distancia puede ser un recurso pero no un
fin. Nada iguala el encuentro con los otros.
…“Dando
gracias por la cosas
que en la ruta me he encontrao…
disfrutando la memoria de los ríos que he cruzao…”
Parao – Rubén Blades.
Entre el azar y la necesidad
que alguna vez nos une
y otra nos des-une
entre las circunstancias
que no justifican todas las
cobardías
entre miedos y osadías escondidas
esas personales e invisibles
valentías
entre aquellos temblores y las
propias rebeldías
entre lo dado y lo negado
distingo lo propio y lo
ajeno
lo familiar y lo distinto
entre tantas cosas que se mezclan
veo la variedad de los caminos
más allá de la pobrezas y las
riquezas
están aquellos cultivos
con los retazos de palabras que
deja una charla de café
con la borra que dejan aquellos
sedimentos
disfrutamos de los encuentros
sin propósito ni orden
la argamasa que hacemos los
parlantes
la sabiduría se construye de
mantener esa constante
los sabores de un buen arte
“Somos nuestra
memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de
espejos rotos” Jorge
Luis Borges
cuantos pasajeros viajan
con nosotros en el universo de la vida
espacios que habitan y deshabitan
en el cuerpo -nosotros mismos-
y aquellas mudanzas
que hemos vivido
para estar mejor
y más tranquilos
y el tiempo
que con los baches del camino
acomoda lo que llevamos
consigo
juntamos aquellos espejos
mientras seguimos…
…y si una moneda invisible a cara
o cruz ha decidido por dónde transitar
…y si nuestros genes han sido
sorteados por unos simples dados
…y si algunas cartas del oráculo
en su sentencia ordenan un destino
…y si los pares e impares juegan
a escondidas nuestro bingo
…y si acaso somos juguetes de
aquellos jugadores
…y si jugamos un partido de
antemano definido
¿a dónde nos lleva aquella
puerta, aquella ruta , aquel camino,
aquel espejo que nos mira
inquisitivo?
¡tranquilos! siempre vienen
juntos la disposición y el azar
y esto siempre termina con puntos
suspensivos…
“Haz
con tus propias manos la cuna de tu hijo
que
tu mujer te vea cortar el paraíso…”
José Pedroni
¿Qué siente el viejo panadero
sabiendo que un centenar de personas saborean las horneadas de sus trigos?
¿Qué siente el joven fabricante
de bicicletas cuando sus rodados viajan al sur y recorren sus caminos?
¿Qué sienten los docentes cuando
alguna de sus palabras germina en miles de niñas y niños?
¿Qué siente un lutier cuando de
aquellos instrumentos los músicos honran
con arte su arte?
¿Qué siente el poeta o el cantor
cuando sus letras llegan a un lejano destino en barquitos de papel o en
barriletes perdidos?
…
Soy aquellos verbos que elijo
lo que amo lo que leo lo que
escribo
enseñando y aprendiendo lo que
vivo
compartir las tertulias con
amigas/os
los verbos que me hacen ser
lo que construyo con aquellos
ladrillos
en el devenir de aquel equilibrio
el movimiento y el pensamiento
mientras camino…
…”Alguien
dijo que el olvido está lleno de memoria.”
Mario
Benedetti.
Entre las complejas implicancias
del vivir se encuentran la memoria y el olvido. Dos imposibilidades aparecen en
primera instancia, recordar todo al estilo de “Funes el memorioso” u olvidar
todo, entre otras cuestiones cuando te pegaron en una y en otra mejilla (ver
Freud en la incongruencia de dar la otra mejilla). Resumiendo, de existir,
tales extremos resultarían muy peligrosos para nuestra salud mental.
Tampoco creo que a nivel
individual la memoria y el olvido respondan a una cuestión relacionada con la
voluntad, como tampoco hablar de esta
como buena o mala.
Tal vez la memoria y el olvido se
relacionen con los laberintos de nuestro
cerebro y con nuestra insondable subjetividad. Vanos serán los intentos de
recordar u olvidar según nos convenga,
de suerte tal que pastillas para el recuerdo o el olvido, si alguna vez
se alcanzara a descubrir, no nos servirían para nuestra ataraxia, ya que sería
muy difícil determinar que recuerdo mantener y que recuerdo olvidar.
Nos queda pues disfrutar de los
recuerdos dulces, asumir los amargos y desentrañar algunos olvidos que de forma
invisible nos siguen molestando, a sabiendas que la memoria tiene algunos
vacíos.
Estábamos recostados en las
herbáceas, inundados de verde, era un sábado inglés, dos pájaros jugaban con su
trinar con preguntas y respuestas musicales ¿se comunicaban? ¿ componían una
simple melodía? ¿ iniciaban un romance? ¿ o acaso sólo disfrutaban de un día de
primavera?
La poesía tiene ese lenguaje inalcanzable,
un perfume cercano, el susurro de una palabra, el hilo invisible de una
percepción extraña…
En la materia busca sus formas
encontrarle palabras a sus objetos
las virutas de maderas y metales
llevan sudores y silencios
reniega de las líneas afiladas
de los ásperos planos
se demora esmerilando
aquellas superficies
en la armonía de sus volúmenes
reduce sus excesos, los espacios incompletos
El cuerpo lo supo antes que la mente, ésta tan propensa a
las evidencias negó las sabias percepciones.
El darse cuenta necesita la armonía de estos dos maestros.
El cuerpo sabe, entre otras cosas, de dolores que , a veces,
la mente esconde.
El silencio es el espacio
de un tiempo suspendido
de guiones y candados
de aquel vacío
solo quedaran las palabras
impecables elegidas innombrables
ellas en la órbita de tu mundo
ordenaran tu lenguaje
la voz propia de tu ser
la mente y el cuerpo
libre de los óxidos
en las capas profundas de la
conciencia
la quietud
es el movimiento
de aquellas energías
La poesía es una mariposa de colores
que vuela libre y desnuda sobre la blanca superficie de un papel.
Redundancia: Las cartas de un
solitario estaban en la mesa frente a una silla vacía.
Siempre habrá misterios sobre lo
humano, de tal suerte que ninguna teoría, ideología o religión puede arrogarse
un saber totalizador.
Que cada cual se haga cargo de su
sombra.
El punto ciego de la justicia es
la verdad incuestionable del derecho.
Ese objeto inalcanzable
siempre camina
hasta algunas palabras esquiva
el sueño perfecto
que se esconde en la neblina
y siempre se va
con la luz del día…
“Maestro
¿Qué significa trabajar en uno mismo?
Es
dejar de esperar que los otros cambien.”
Los plurales son un conjunto de
singulares
de esos rasgos personales cada
uno
es el escultor que modela
permanente
su historia su cultura sus egos su geografía…
el modo de sentir en cada
circunstancia
cada cual es un universo complejo
e insondable
con galaxias inexploradas
con los otros aprendemos aquella
humanidad
respetemos los territorios
propios y ajenos
sin perder los afectos en el
límite invisible
de las fronteras
entre otras y otros
las letras propias que nos definen
“¿Es
posible sentir nostalgia de las cosas
sin evocar sus nombres?
¿recordamos
los juegos que alguna vez jugamos o sólo sus nombres?
…La
desaparición de las palabras produce una sensación de vacío primordial”
Alicia
Belletti.
Cuando una palabra me toca
cuando de aquel universo una me
acaricia
igual que un gato que frota mi piel o mis ropas
siento su suave geografía o sus ásperos revoques
escucho el eco de otras
similares paralelas conocidas o
incómodas
el aroma de sus perfumes
algo de ellas persiste o evoca
el color de sus días y sus noches
sus sueños de mariposas
aquellos sabores que degusto
especias que en mis viajes
conozco
recuerdo el juego y el jugar
el placer carnal de transpirar sus nombres
a veces las recuerdo y si me
olvido
les pongo otros
al fin como cualquiera
no puedo vivir sin ellas
“Los traumas no desaparecen por desdeñarlos; son una medusa persistente
que
espera en la sombra y en la primera ocasión ataca con su cabellera de
serpientes.”
Isabel Allende
tal vez una bala de muerte te
roza por unos centímetros
y te lastima más la mente que el
cuerpo herido y sufriente
quizás empieces a darte cuenta
que el dolor de los demás también
está contigo
posiblemente algunos perdieron la batalla
en circunstancias adversas del
tiempo y del destino
un amigo un conocido alguien cercano
algún vecino
a lo mejor al salir de aquel
cautiverio inmerecido
también perdiste soles ternuras
contactos queridos
acaso no dejaste sin riego tus
jardines de amor
aquellas labranzas que no han
crecido
no quiero aquel silencio de
olvidos
la muerte es la sombra invisible
que deja lo perdido
“Madre: ¡nunca debiste
llevarme al cementerio!” José Pedroni.
“ Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.”
Mario Benedetti
Tal vez el germen del miedo a la
muerte fue el fallecimiento de mi abuelo Segundo (sesenta y dos años) por ese entonces yo tenía nueve años, era el
diez de mayo de mil novecientos cincuenta y nueve.
Mi abuelo elegido era el
compinche de mis juegos y de aquellas travesuras, abogado incondicional de mis
pleitos, compañero de noches tardías.
Recuerdo que era un día lluvioso,
el barro dificultaba el paso de los coches, en una curva del camino cerca de
Acebal, se empantanaron varios vehículos. Tal vez una llovizna lloraba conmigo,
la muerte me mostraba un sendero sombrío, el amor y su ausencia viajaban
conmigo.
Más tarde descubrí una máxima “Ni
el sol ni la muerte se pueden mirar de frente “ De François
de la Rochefoucauld, pero en aquel instante no encontré el refugio para
aquel dolor, como tampoco pude encontrarlo años más tarde ante otras muertes.
Me impresionó el paisaje de aquel
cementerio, las fotos que envejecían en sus lápidas, las flores de plástico,
las telas de arañas en los mármoles negros, sólo en mi pecho encontré a mi
abuelo.
Creo firmemente que escribir es desnudarse, no en el concepto literal del término sino en el sentido figurado. Tal vez analizar y comprender un texto sea parecido a desentrañar los misterios de un sueño.
El sueño y la escritura albergan
secretos, verdades, temores, deseos…el cuerpo de la escritura está a la vista
aunque necesite develarse, descubrirse, sacarse esas sedas transparentes que lo
cubren.
Una epígrafe, la repetición de
algunas palabras, los vocablos desusados o extraños, el uso del sí mismo o la
distancia de una tercera persona, la extensión de las oraciones, la recurrencia
de algunos temas perturbadores, las alegrías y los hallazgos inesperados, la
anatomía de ciertas emociones…
El escritor se esconde detrás de
un narrador
el narrador se pone en la piel
del protagonista
o mira los hechos con la
distancia de un testigo
mientras el personaje desnuda lo
oculto
o miente descaradamente
y en el ínterin el texto -aquella historia-
entreteje lo real y lo imaginario
Sin un mapa que me oriente
desprovista de ropa esta mi hoja
¿acaso es la piel de mí escritura?
Y en aquellos desnudos
la pluma el pincel
la foto o la escultura
el desnudo de la palabra
es otra mirada
una imagen inventada
¿desnudarse es posar?
¿ quién será el escritor
el narrador y el personaje?
¿cuán sincera es mi desnudez? …
Aprender
es un acto de liberación
no es repetir
no es obedecer
Aprender
es crear y sorprenderse
es alcanzar la voz propia
es reflexionar sobre el propio
aprendizaje
Aprender
es todo el camino
desde el error
hasta el meta-aprendizaje
Aprender
es perpetuo
porque perpetuo
es el deseo y el eros
Después de varias cuarentenas, de las ciclotimias de la pandemia, hemos vuelto a los encuentros, a los materiales y a los humanos.
En el plano de los encuentros humanos el médico vuelve a ver a sus pacientes y viceversa, el artista se re-une con su público y el público recupera el íntimo espacio de un espectáculo, lo propio hacen los docentes y los alumnos. Más allá de los roles, funciones y misiones las relaciones interpersonales vuelven a ser naturales, ese maravilloso contacto del yo y el otro nos devuelven aquella humanidad.
Recuperar la agenda de la cotidianeidad donde los días y las semanas retoman sus ciclos, dónde la palabra disfruta de su libertad, la poesía camina con lo prosaico, la música vuela como un pájaro, el sol y la piel se encuentran, donde vuelve , quizás por un rato, aquel espacio tiempo que habíamos extraviado.
“Todos sabemos algo. Todos ignoramos algo. Por eso
aprendemos siempre”
Paulo Freire
Laboratorio
didáctico. Sport Club Cañadense. 14/9/21.
En las relaciones pedagógicas existen encuentros
mágicos. Después de casi un año y medio de las limitaciones que nos ha impuesto
la pandemia docentes-alumnos y alumnos-docentes nos hemos vuelto a encontrar.
Crear ese espacio-tiempo donde se articula la acción, el pensamiento, el sentir
y la palabra nos reencuentra con el eros, esa mezcla de deseo, placer y amor en
el arte-ciencia de aprender y enseñar.
Por ello, por lo que acontece necesitamos escribir,
ponerlo en palabras, leer y releer la misión elegida. De esos momentos uno
necesita dejar una seña en el papel, un mojón, una foto congelada del instante
que eterniza un gesto, un estar siendo, la construcción de un andamio que nos
permite mirar más alto, más lejos y más ancho sin dejar de ver desde dónde
hemos partido. Porque no se puede olvidar lo que nos forma, porque no hay que
dejar que el viento se lleve el recuerdo del encuentro vivido.
Uno quiere llevar consigo -porque también nos forma-
las historias de los otros, llevarnos esos retazos o fragmentos de vida cuando
el recreo nos iguala, cuando juntos sabemos crear esa empatía.
Es ahí que descubrimos que todos somos enseñantes ¿acaso la
vida del alumno nos es también una formación que lleva encima? Cuando la
palabra circula, cuando está cerca de nuestros oídos, cuando dejamos que el
otro nos diga, cuando “una reflexión entre iguales” (Ira Shor) nos inspira. ¡Volver
a encontrarnos nos enciende
aquellas brasas, los pequeños y grandes
fuegos, nos calienta, nos aviva!
La puerta estaba entornada, parecía que esa pequeña
abertura facilitaba el acceso, que era solo cuestión de empujar suavemente la
puerta y entrar sin tantos preámbulos. Más no era tan sencillo el acceso a esa construcción habitada.
Uno no sabía cuándo era el momento apropiado,
calculaba los horarios, las costumbres habituales, los recreos, los fines de
semana y los feriados pero a ciencia cierta no se podía advertir si las circunstancias o el tiempo eran los
adecuados.
Los límites estaban marcados por una línea invisible, no había cerrojos ni candados, más esa
limitación nos dejaba un cierto gusto de amargura, el habla, ese encuentro humano, esperaba en el umbral de su casa.
Soy sacramentalmente católico aunque mis convicciones
actuales me definen como una persona agnóstica. Mi familia elegida es judía,
tengo amigos cercanos que son protestantes de la corriente metodista y
bautista, completan el abanico religioso ateos y cristianos (algunos no
contestan).
Por lo antes expresado me considero un hombre de relaciones
ecuménicas. No sé qué algoritmo usará Facebook para averiguar mis creencias;
tal vez me ignore, o me recuerde que es Rosh Hashaná, o me envíe una tarjeta de
navidad.
El reloj estaba situado en el ala oeste del gran
recinto, marcaba las 3. 13 horas de la tarde, el segundero inmóvil en el número
10, ya hacía varios meses que el tiempo era una escultura congelada, imposible
de corroborar con las
fotos que se cuentan de tales eventos porque aquellos documentos siempre estaban cristalizados. En realidad (si es que el
tiempo es una realidad) eran las 5 en
punto de la tarde.
Las luces de los estadios iluminaban los dos campos de juego. Desde
arriba se veían dos cuadrados perfectos. Los ejércitos todavía sin movimientos
esperaban el encuentro sin aún haber
entrado en calor.
Una vez comenzada la contienda un silencio de
biblioteca invadía los estadios mientras los deportistas estaban absortos en el
juego.
Los cuatro hombres – también podrían ser mujeres- jugaban a
la guerra sin disparos, sin golpes y sin muertos, la batalla era simbólica,
solo pensaban y sentían la adrenalina en el cuerpo. La incertidumbre era
tolerable, el reto un presente perpetuo,
las decisiones se tomaban momento a momento, tanta era la fruición y el
entusiasmo que los hombres se olvidaban de sí mismos, todo era juego, vivir en
el juego.
Tal vez si el cerebro tuviera la velocidad de la luz
en sus pensamientos, el tiempo se dilataría y dejaría de transcurrir. Tales
percepciones me acontecen en el arte de una tranquila y profunda conversación.
Las extrañas sensaciones aparecen en un momento de
autoconciencia, en esa recurrencia temporal de algo que nos pasa o ha pasado,
como si una luz iluminara aquella historia y ella vuelve reflejada en un
espejo.
El instante se suspende, o recorre interminablemente
la cinta de moebius, o nos centramos en un punto de una recta interminable. Yo
lo imagino en la corriente de un río que bordea aquella gran roca y se demora
un instante en el paisaje en el rodeo lento del agua que se detiene en su
andar.
El tiempo no transcurre para todos por igual ni individual
ni colectivamente. Sobre tantos relatos escritos unos encima de otros en algunas transparencias, entre tantas
letras de los textos hay alguna que resalta, como si esta necesitara una pausa
para verse, en el ingrávido vuelo que viaja al sí mismo o a nosotros…
los cuerpos tienen heridas
visibles e invisibles
algunos y algunas la portan
sin darse cuenta
lejos de la conciencia
a veces sangran
en lágrimas de sueños
ordenado desordenando el ropero
algún orificio
exonerara la tristeza
Afortunadamente por ellos y por nosotros en algunas
cosas no estamos de acuerdo con nuestros hijos.
Hay días de colores y días en blanco y negro.
En un minuto puede cambiar el viento, el clima, el
oráculo, el camino…el universo.
Aprendamos a cuidar nuestra singularidad, defendamos
nuestros más íntimos refugios de ternura que nuestra naturaleza ha logrado
conseguir. El primer pacto es con nosotros mismos.
Es imposible vivir sin ninguna herida, sin ninguna
cicatriz.
De todos los analfabetismos el más limitante es el
analfabetismo emocional.
A nivel humano, a nivel ecológico si las diferencias no son
interdependientes el sistema se enferma.
Los cuentos de Constancio Cecilio Vigil que yo
recuerdo como Constancio C. Vigil porque
me
suena más eufónico y familiar, cuentos
que me leía mi madre y que tenían alguna moraleja final con una manifiesta intención
moralista. La foto del autor hoy me resulta conocida, tal vez porque en la adolescencia
me hice socio de la famosa biblioteca que lleva su nombre, enclavada en la ex República de la Sexta
y en la que en alguna de sus salas de
lectura había un retrato de Vigil. Lugar donde se sentía el perfume de libros
nuevos.
“Corazón” Edmundo de Amicis. El diario de un niño , la
escuela, los valores , cuentos y un narrativa triste y melancólica.
Las historietas mejicanas: Red Ryder, Roy Rogers, El
Llamero Solitario, Superman, Batman, Linterna verde, Tarzán …
Paturuzú, Las Correrías de Paturuzito, Las Locuras de
Isidoro, y los personajes La Chocha, Upa…
La revista Billiken que asocio con las tareas
escolares.
El cine, aquellos cines, entre ellos el Heraldo donde
pasaban los noticieros de Sucesos Argentinos, dibujos y cortos , más tarde El
Gran Rex, Capitol, Radar, Monumental, Sol de Mayo, Ambasador, Imperial…hoy
bingos, iglesias, grandes tiendas, edificios, comedores, bancos…
El tony, “Nippur de Lagash”, Mandrake, Mafalda, y más tardío a mis ojos
“El Eternauta”…
Chaplin en el cine, Narciso Ibañez Menta en televisión
(“El muñeco Maldito”) y Los Beathles en
los discos.
El viaje al centro de la tierra, no sé si leído o
visto en el cine.
El Catecismo de la Iglesia Católica.
La Colección Robin Hood con sus lomos y tapas
amarillas.
Ya en el comienzo de la pubertad, Las Memorias de una Princesa Rusa, clásico de erotismo que
circulaba clandestinamente de mano en mano en el secundario
Selecciones del Reader¨Digest con su mirada occidental
y norteamericana.
(*)El biografema, el privilegio real sobre la
escritura y la letra del autor. Unas líneas de prosa, un verso, un fragmento de
texto, declaraciones aisladas, gestos, unidades mínimas que pueden dar un
indicio, una señal de la visión estética, de la concepción de vida de un
creador. (Referencia https://www.elpsicoanalitico.com.ar/num21/arte-freire-biografema-pessoa.php).
Hay un cuento que mantiene intacta mi niñez
un cuento aquel cuento de mi padre
aquellos ojos iniciales propensos a la aventura
la semilla de un perdón difícil de explicar
historias y relatos que supe escuchar
el encuentro corporal con el asombro
el lúdico placer de una lectura inventada
los ladrillos y la argamasa de mi infancia
el centro indeleble de nuestro ser
los dulces extraños de la imaginación
el permiso intrépido y poético de los juegos
mi abuelo Segundo compañero y primero en los recuerdos
alianza de amor eterno que tendré hasta el último
aliento
oxímoron humano de los grandes afectos
las cartas -el oráculo de mi abuela-
los remedios misteriosos para los distintos males
mi madre y su cocina humeante de ñoquis y pucheros
la otra manera de juntar la vida y sus momentos
entre otras cosas una sonrisa que me regalaron
sin darme cuenta hasta más tarde
lo puesto que llevo de herencia y estandarte
las innumerables estrellas del universo de la infancia…
Yo le canto
a tu osadía
a la libertad
de tu timón
por ser compañero
de letras
a esas velas
que imagina mi canción
así andamos tú y yo
con la brújula de una pasión
el mar es una hoja
sin margen ni renglón
en ese horizonte infinito
viajo con vos
Todos tenemos un relato, palabras y silencios,
también creencias que no necesariamente son religiosas
A veces la potencia de un “no”
nos define más que un “sí”
Todos los colectivos no nos acercan
al lugar que deseamos estar
los trabajos están regidos
por las leyes de los vientos
Respetar no implica compartir
adherir o coincidir
La cabeza chica, las arrugas en el entrecejo, las entradas en su frente, aquella
delgadez, los lentes de negros marcos y ese humo ceniciento que dejaba los cigarrillos
de mi padre.
Tal vez por su silencio o por el mío ante tales circunstancias yo trataba de
leer aquellas señales vaporosas que había detrás de sus formas caprichosas, más
el humo ingrávido se afanaba en ser un
papel en blanco, un relato suspendido en el
espacio, la abstracta pintura con sus negros y blancos entremezclados.
Hoy acepto el humo elegido de sus días, la imposibilidad de
resolver su laberinto, diferencio sus luces y apagones y dejo en una pequeña
botellita de cenizas la muerte de
aquellos dolores, me quedo con un cuento
de ternura, los recuerdos claros de los trabajos, y este viento que ha dejado
limpio mi horizonte.
Scheherezade.
“Papá me explicó que no era un rey sino un sultán y que ella era una
princesa que le contaba cuentos cada noche para salvar su propia vida y que
fueron en total mil y una noches.
Esa sola idea fue una marca indeleble para mí: un cuento podía postergar
la muerte, un cuento podía salvarte la vida.” Jorge
Monteleone
Debe haber sido Scheherezade quien me salvó la vida en aquella pubertad.
No tengo ninguna foto de ella porque no es posible reproducir en una imagen su
belleza, ni grabarla ni esculpirla, y esto sólo se debe a que su figura y su
historia es una construcción de la palabra, de tal suerte que, uno la puede
imaginar como quiera y entre sus múltiples realidades cada cual la ve hermosa y distinta.
Debe
haber sido ese encuentro u otro parecido un refugio, un salvavidas que se
transformó en el talismán que llevo conmigo. Desde entonces amo las palabras,
los relatos, los cuentos los versos que por dentro escribo…
“Creo que nadie puede dar,
una respuesta, ni decir
qué puerta hay que tocar
creo que a pesar de tanta melancolía
tanta pena y tanta herida,
solo se trata de vivir” Litto Nebbia
A
Juani y sus dilemas
La cultura nos penetra, desde niños
absorbemos –quizás hasta por los poros- aquellas enseñanzas y aprendizajes que
nadie interpela, más luego transformadas en
creencias, formada por un cúmulo
de cosas desordenadas, entre ellas mandatos, libretos y guiones que los
antepasados cercanos y lejanos nos han dejado de herencia.
¿Cómo rechazar ese mueble macizo de noble
madera de mi madre o de la abuela? ¿Aquella vajilla? ¿El reloj de oro? ¿Y la
casa que nos protege de vientos fuertes, huracanes y temblores?
Como tesoros guardamos todo, así como los
objetos, ideas, reglas, mantras, costumbres, relatos, recetas, eslóganes (siempre
cortos y frecuentemente falsos), el “tú puedes”, la foto de los Ingalls, las
imágenes de héroes mitológicos, la fortaleza de la mujer maravilla o el hombre
bionico (ver el libro de las antigüedades).
Una idea mítica del mundo nos decepciona y nos lleva diez años desprendernos de ella,
cambiamos de idea y con la nueva creemos que el mundo gira en torno a ella y
pasamos otros diez años, pero al cabo de
un tiempo algo socaba su firmeza. Otra vez desnudos buscamos un refugio como si
no fuera suficiente ser como somos. La
iglesia se derrumba, Freud también se equivoca, una militancia pierde su
fuerza, los relatos no se sustentan, un político nos decepciona, las ideas
envejecen y se desgastan, la economía y los imperios suben y bajan, el
periodismo brilla y nos desencanta…
Juani en una apretada síntesis dice – no me
puedo ir de este país, tampoco puedo quedarme, entre tanto me vuelvo viejo mientras veo pasar los
calendarios- y agrega – No me imaginaba este escenario-
Tampoco creo que sirva pensar que hubiera
pasado si…
Al fin de cuenta “sólo se trata de vivir”
aquí y en cualquier lado, de la mejor
manera o de la que se pueda, y a pesar
de… podemos crear con pasión otro sueño, otra
ilusión, otro horizonte más claro.
Elijo este verbo
la fortaleza de una elección
elijo la tiza blanca
el negro pizarrón
elijo el lápiz negro
el blanco cuaderno sin renglón
elijo el martillo y el sudor
el libro el deseo y la pasión
elijo el camino nuevo
sin guion siempre en construcción
elijo la sonrisa las manos el amor
la ternura sin condición
elijo muchos “sí”
y muchos “no”
elijo lo que hago
y lo que no
elijo al fin
lo que amo y lo que no
Segunda carta.
…” las cosas son signos que nos miran, nos hablan y nos aguardan. Cuando la naturaleza es un templo, decía Baudelaire en el poema “Correspondencias”, pasamos a través de un bosque de símbolos que nos observan con miradas familiares…” Jorge Monteleone.
Desnudo otra vez frente a la hoja en blanco
comienzo el rito, necesito esta carta aunque no sepa por donde comienza o
termina el camino.
Sobre el blanco papel escribo
sobre blancas sábanas escribo
sobre el blanco cieloraso escribo
pienso en versos y adentro todos son signos
Es ese encuentro amoroso, en ese placer, en ese asombro, en esa dilución de un
dolor escondido, yo sentía la lectura en el cuerpo, su movimiento, el juego,
transpiraba en su danza; una frase disparaba
mi escritura y ella se transformaba en un refugio, en la casa íntima donde
podía ir y volver a mi antojo, en las opacidades, en las transparencias en el
claroscuro, en mis ficciones y en mis realidades.
De pronto una palabra extraña es un misterio
a develar, enigmática y seductora me transporta a otra dimensión y allí comienza el viaje con el deseo de
descubrir ese mensaje inconsciente.
(continuará)
Primera Carta.
“A
eso estaba acostumbrado desde chico, a salvarme con un libro o a salvar con un
libro la maldición de la hora y olvidar la muerte o, si no lograba olvidarla,
saber de su existencia. Acopiarlos uno por uno ayudaría a construir siquiera
las paredes frágiles de un refugio o al menos de un puente.”
Jorge
Monteleone (El centro de la tierra: Lectura e infancia).
Gracias a este compañero de textos o mejor
dicho “de letras” porque a ambos nos une la lectura y la escritura, aún sin
conocernos, me siento impulsado a contestarle
en este doble juego: de leer y de escribir.
Siguiendo el epígrafe en parecidas
circunstancias yo escribía para exorcizar la pesadumbre de las muertes cercanas y desde entonces todo el abanico de emociones, las claras, las oscuras
y las mezcladas.
Tal vez en aquellos fríos me abrigaba con
un libro. No puedo precisar el momento de ese origen –siempre incierto- el
encuentro inicial. Quizás fueron las
revistas mejicanas que canjeaba en los negocios de dos por uno, la casa de los
usados en un garaje de 2 por cuatro devenido a biblioteca del ex barrio la república de la sexta.
En los vacíos de la pubertad y la
adolescencia me llenaba con frases y palabras, alquimia de la que me aficioné,
lector y escribiente.
Algunas construcciones de las grafías sonaban como un eco en algún lugar de mi
cerebro, yo percibía ese ritmo silencioso, un refugio de palabras.
Un verso era un talismán contra la muerte,
un antídoto contra el olvido, un cicatrizante de heridas, unos “curitas”
invisibles de las invisibles lágrimas, pero también el goce del juego, la
aventura de leer el mundo, el viaje a otros universos, aquel asombro
interminable.
El mundo real era mi casa, el territorio se
extendía al barrio, a la escuela a no más de ocho cuadras de distancia, y al
sur de mi casa, pasando la vía llegaba al portal de lo infinito, la biblioteca
Constancio C. Vigil. No necesitaba ir tan lejos para conocer las guerras, las coaliciones
y las alianzas, las grandes alegrías y sueños de la época, el claroscuro de lo
humano…
(continuará)
“El viento del norte la casa rondaba
con
la nota varia de su cascabel.
Y
todo mojado la puerta arañaba
como
un perro fiel.”
José
Pedroni ( Agua y viento ).
¿Qué pasa? ¿Qué se siente? en una guerra, en una dictadura, en una cuarentena que se prolonga interminablemente, cuando los cuerpos están condenados a un tiempo infinito, privado de lo natural, de lo cotidiano y de lo humano, cuando nos parece perpetuo el limitado del espacio que habitamos, cuando nos sujetan con grilletes un poder externo, a veces real, a veces invisible, a veces imaginario, a veces simbólico.
Cuando los ojos se esconden detrás de negras ventanas, cuando
nos acostumbran o nos acostumbramos a la
penumbra y la luz del día nos enceguece.
¿Cuáles son los límites mentales y afectivos de esa tensión? ¿el mapa y el territorio
de nuestra geografía? ¿ los efectos de
una limitación exagerada?...
“Escribir es la manera más profunda de leer la
vida”. Francisco Umbral.
"Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes
no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de
imaginar un mundo sin libros". Jorge
Luis Borges.
sostener la escritura
la bandera de la palabra
mantener sus chipas
modelar en su fragua de herrero
la dureza de algunos tránsitos
los dulces
de nuestros banquetes
hervir en su calderos
los sabores de sus platos
degustar la lectura
de otros universos
honrar su militancia
ensayar los encuentros
hacer puentes con el diálogo
desnudar la existencia de lo humano
las plurales circunstancias
de lo sublime a lo banal
las realidades múltiples
de las múltiples miradas
esa mezcla de santos y fantasmas
los cientos de personalidades
que
habitan su galaxia
intercambiar nuestros libros
nuestras escrituras guardadas
haciendo un poema
cuando la ambición descansa