viernes, 10 de septiembre de 2021

La puerta entornada.

 


La puerta estaba entornada, parecía que esa pequeña abertura facilitaba el acceso, que era solo cuestión de empujar suavemente la puerta y entrar sin tantos preámbulos. Más no era tan sencillo el  acceso a esa construcción habitada.

 

Uno no sabía cuándo era el momento apropiado, calculaba los horarios, las costumbres habituales, los recreos, los fines de semana y los feriados pero a ciencia cierta  no se podía advertir  si las circunstancias o el tiempo eran los adecuados.

 

Los límites estaban marcados por una línea invisible, no había cerrojos ni candados, más  esa limitación nos dejaba un cierto gusto de amargura, el habla, ese encuentro humano,  esperaba  en el umbral de su casa.

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