Hay un cuento que mantiene intacta mi niñez
un cuento aquel cuento de mi padre
aquellos ojos iniciales propensos a la aventura
la semilla de un perdón difícil de explicar
historias y relatos que supe escuchar
el encuentro corporal con el asombro
el lúdico placer de una lectura inventada
los ladrillos y la argamasa de mi infancia
el centro indeleble de nuestro ser
los dulces extraños de la imaginación
el permiso intrépido y poético de los juegos
mi abuelo Segundo compañero y primero en los recuerdos
alianza de amor eterno que tendré hasta el último
aliento
oxímoron humano de los grandes afectos
las cartas -el oráculo de mi abuela-
los remedios misteriosos para los distintos males
mi madre y su cocina humeante de ñoquis y pucheros
la otra manera de juntar la vida y sus momentos
entre otras cosas una sonrisa que me regalaron
sin darme cuenta hasta más tarde
lo puesto que llevo de herencia y estandarte
las innumerables estrellas del universo de la infancia…
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