En la zona del medio, más precisamente en el intermedio, tan cerca y tan lejos, vive en nosotros y a su vez está en otro universo, ese misterioso e inmenso terreno. El volumen también es impreciso, “Quark ”infinitesimal que no ha visto mujer ni hombre alguno, que muchos perciben como cuerdas o vibraciones, presencia difícil de justificar y que la ciencia insiste en negar.
Todo vive en continuo movimiento aunque a veces nosotros creamos que estamos quietos, de ese oxímoron nace la ubicuidad, aspecto que domina nuestra existencia según la opinión de maestras y maestros.
No está a la derecha ni a la izquierda, ni arriba ni abajo, de tal suerte que no se lo puede tildar de superior o inferior, tampoco de superficial o profundo. El hecho de expresar la zona del medio puede llamar a engaño, a diferencia de la creencia, ese espacio es incierto y también inseguro, en él o en ella sólo hay preguntas existenciales y espirituales, en síntesis los grandes interrogantes de la duda.
Algunos amigos estarán pensando “hay que tener mucho tiempo para pensar en exceso”, o con otras traducciones más coloquiales, lamento provocar esta desilusión, algunos temas no son siempre alegres ni fáciles.
Hay personas que sienten los perfumes del afecto, el olor en la piel de las emociones, son las mismas que al escuchar algunas palabras tienen alergia o picazón, mientras que otras les despiertan la sorpresa y la alegría. Hay personas que están necesitadas de palabras –yo soy una de ellas- cuando el lenguaje no puede encontrar el relleno de sus cosas esenciales (algunos desconfían de este vocablo), hay personas que intuyen lugares invisibles, palabras innombrables, sonidos inaudibles.
A esta altura otros pacientes lectores me abandonan, pensando con cierta misericordia: –Este hombre hoy no tomo su pastilla-.
A veces al final de los cafés, en los últimos minutos de la tertulia, en las borras de las charlas, se resuelve algún enigma, hasta que otro desorden de angustia necesita de otras infusiones que permitan apuntar en las servilletas, transitorios borradores, búsquedas, ensayos, ejercicios de intenciones.
No presumo sabiduría alguna por el hecho de sentir este cosmos, me atrevo a sugerir una incómoda grafía “ el planeta de lo sensible” , nombre que podría alterar el orden de las cosas, ya que para muchos es el innombrable. Para los incrédulos les recuerdo que los pre-socráticos ya hablaban del átomo sin verlo, ni tocarlo.
Afortunadamente no hay mapas de aquellos espacios, si los hubiera alguien ya patentaría extraños brebajes, inútiles medicinas, libros de autoayuda, y creería que ya posee el conocimiento de esos viajes, pero ese planeta está en distintas galaxias y las galaxias son las mujeres y los hombres, de tal suerte que, en cada uno de ellos todo es distinto y dinámico… y así vamos con destellos y cegueras, vulnerables a los tiempos, a los climas y a los ánimos…y entre simpatías y empatías nos abrazamos…
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