miércoles, 28 de junio de 2017

Y si cambiamos de lugar algunas expectativas y palabras.


La cuestión sería cambiar de lugar algunos espacios en los que nos han colocado, precio que pagamos por estar en sociedad, palabra que no desacredito como buena o mala, se trata  simplemente de mudar un poco  ese mapa no elegido  que nos han impuesto las circunstancias , ese super yo tan exigente que siempre nos hace sentir más incompletos de lo que en realidad somos y asumimos , sólo pretendo  descubrir un territorio más amplio, con fronteras más dinámicas , sin tantas aduanas, cercas, vallas, y murallas. Mirar más amplio, mirar desde varios lados. Por lo demás no soy ni más ni menos que un simple ciudadano.
Sería como cambiar los muebles de tu casa, deshabitar los caminos habituales, crear variantes, nuevos trayectos  para ir al trabajo o tomar otras calles  para explorar otros   barrios.
Si el rol es el papel que la sociedad  espera que representemos y que sutilmente (?) nos impone, función que los entendidos afirman  nos separa, a veces,  de lo que somos, porque no hacemos valer nuestra identidad y le sumamos la narrativa reflexiva de nuestros actos, es decir, preguntarnos como actores, desde nuestra realidad, cual es la escena en la que queremos estar , que al fin y al cabo con nuestro cuerpo la jugamos, porque con ello nos emancipamos.  Hacer una tertulia con amigos y en el arte de aquellas conversaciones ser sensibles, creativos y críticos.  Si los roles son fijos, cerrados y no permiten los buenos interrogantes y el diálogo, nos llevarán tarde o temprano  al campo de las enfermedades.
Tal vez hay que llevar a las palabras al gimnasio de nuestras neuronas asumiendo las formas que portan, haciendo adelgazar algunas, musculando otras, quizás permitiendo una mayor flexibilidad y movilidad a aquellas que no hacen suficiente yoga. Es posible que con un cambio de lugar cambien sus sentidos, tal vez limitar algunas en los juegos importantes, dejarlas por un tiempo en el banco, darles ejercicios de coraje a las menos seguras, confiar en algunos cambios conceptuales. Aumentar el léxico, jugar con la riqueza de las combinaciones y de los intercambios.
Así no seríamos tan severos, hasta nos permitiríamos ser  pacientes, amables y amorosos con nosotros mismos, sin  responder a rajatabla aquel   obeso guión anónimo.

Como padres podríamos ver a nuestras hijas e hijos como algo mucho más que eso, también los podríamos mirar como mujeres y hombres, como adultos, como trabajadores, como profesionales…Y si fuéramos también docentes, más allá de ver a los alumnos , quizás a lo largo y a lo ancho podríamos encontrar otros maestros y dejar nuestros excesos de cuidados…Alguien dijo cierta vez que no siempre lo correcto y lo justo es lo mejor…

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