La cuestión
sería cambiar de lugar algunos espacios en los que nos han colocado, precio que
pagamos por estar en sociedad, palabra que no desacredito como buena o mala, se
trata simplemente de mudar un poco ese mapa no elegido que nos han impuesto las circunstancias , ese
super yo tan exigente que siempre nos hace sentir más incompletos de lo que en
realidad somos y asumimos , sólo pretendo
descubrir un territorio más amplio, con fronteras más dinámicas , sin
tantas aduanas, cercas, vallas, y murallas. Mirar más amplio, mirar desde
varios lados. Por lo demás no soy ni más ni menos que un simple ciudadano.
Sería como
cambiar los muebles de tu casa, deshabitar los caminos habituales, crear
variantes, nuevos trayectos para ir al
trabajo o tomar otras calles para explorar
otros barrios.
Si el rol es
el papel que la sociedad espera que
representemos y que sutilmente (?) nos impone, función que los entendidos
afirman nos separa, a veces, de lo que somos, porque no hacemos valer
nuestra identidad y le sumamos la narrativa reflexiva de nuestros actos, es
decir, preguntarnos como actores, desde nuestra realidad, cual es la escena en
la que queremos estar , que al fin y al cabo con nuestro cuerpo la jugamos,
porque con ello nos emancipamos. Hacer
una tertulia con amigos y en el arte de aquellas conversaciones ser sensibles,
creativos y críticos. Si los roles son
fijos, cerrados y no permiten los buenos interrogantes y el diálogo, nos
llevarán tarde o temprano al campo de
las enfermedades.
Tal vez hay
que llevar a las palabras al gimnasio de nuestras neuronas asumiendo las formas
que portan, haciendo adelgazar algunas, musculando otras, quizás permitiendo
una mayor flexibilidad y movilidad a aquellas que no hacen suficiente yoga. Es
posible que con un cambio de lugar cambien sus sentidos, tal vez limitar
algunas en los juegos importantes, dejarlas por un tiempo en el banco, darles
ejercicios de coraje a las menos seguras, confiar en algunos cambios
conceptuales. Aumentar el léxico, jugar con la riqueza de las combinaciones y
de los intercambios.
Así no
seríamos tan severos, hasta nos permitiríamos ser pacientes, amables y amorosos con nosotros
mismos, sin responder a rajatabla aquel obeso guión anónimo.
Como padres
podríamos ver a nuestras hijas e hijos como algo mucho más que eso, también los
podríamos mirar como mujeres y hombres, como adultos, como trabajadores, como
profesionales…Y si fuéramos también docentes, más allá de ver a los alumnos ,
quizás a lo largo y a lo ancho podríamos encontrar otros maestros y dejar
nuestros excesos de cuidados…Alguien dijo cierta vez que no siempre lo correcto
y lo justo es lo mejor…
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