martes, 20 de junio de 2017

Instantes.



La mañana en la pereza de sus caricias se despertaba en un feriado con el canto tardío de los pájaros; el reloj sonaba con sus ocho campanadas lentas y adormiladas, alguien diría –seguramente le falta  cuerda- , él prefirió pensar –está cansado- y ella dijo -¿estará descansando? Ambos callaron y se demoraron…

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Estaba sintiendo y pensando, que si alguna vez encontrara esa palabra pérdida, aquel vocablo indecible, que  si el tesoro de la letra fuera hallado, con la velocidad de un rayo, el escritor desaparecería. El arte será por siempre incompleto como el hombre y por tal motivo eterno.


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