Puso en
juego su sí mismo
se animó
a hablar consigo
preguntó ¿por
qué no juego mi juego?
y escuchó -
porque el otro también juega
sus cartas ,
sus trebejos y su estilo-
¿acaso el
otro no será una parte de mí mismo?
¿cuántas partes
tiene las caras de sus conflictos?
escondido en
la sombra de su sombra
o en el doble
que refleja lo distinto
disfrazado
de otro en su propio laberinto
en el
claroscuro de sus sueños
con la misma
moneda se ha pagado y se ha vendido
sólo el
fuego de sus lápices alumbran un
destello
en el papel
de sus juegos ha ganado y ha perdido
Es que hasta dónde somos todos distintos?... si el otro siempre nos completa sea en los que nos falta o aquello en que somos iguales. Somos un diálogo interminable.¿o no es así?
ResponderEliminar. Jorge
La otredad abre puertas y abismos...
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