lunes, 3 de febrero de 2025

La palabra impecable.

 


A veces una palabra seductora se pasea por alguna calle de mi mente, en la vereda de enfrente de mi casa. Tengo que confesar que me gustan las palabras, que ellas emanan una atracción especial.

No sé de dónde viene su origen, de una emoción o de un pensamiento, en mi cabeza todo se mezcla.

Una emoción indescifrable irrumpe abruptamente mis sentidos, un color me llama, un perfume recuerda, un sonido evoca aquella melodía mientras la mirada busca un horizonte, el tacto desea superficies lisas y amables, el gusto aún no se define.

Congelada en una imagen, en un estado latente se suspende repetida en mi conciencia, entre las sombras la que me inquieta o alegra.

En la noche un sueño la desvela, tal vez porque me molestaría perderla. Con las luces de la mañana la emoción busca sus formas, entre miles de vocablos encuentro algunas expresiones alumbradas.

El anhelo o el azar encuentran en la lectura de algún escritor o escritora una letra que sobresale en el renglón.

En ese caos, en el tránsito de mi mente, ella se ha estacionado en doble fila en la avenida principal de mi ciudad. Después cruzará el semáforo en rojo porque una ambulancia le pide paso, sin permiso inquieta al propietario.

Tal vez había llegado hasta allí después de haber vagado por los barrios, andando calmo por las calles de empedrado, allí el tiempo es otro tiempo. Busco aún en el inconsciente, alguna pista, una  imagen, algún indicio orientador que me permita encontrar esa palabra impecable…

 

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