He perdido llaves por docenas, gorras para el sol, paraguas
en los días de lluvia cuando deja de llover, libretas, lápices que para un
escritor es preocupante con la abstención de cualquier psicoanalista.
Las pérdidas nos producen cierta invalidez, una sensación de
vulnerabilidad, la intemperie de la incertidumbre.
Las cosas materiales que se pierden pueden ser un incordio,
un inconveniente más nunca llegan a la categoría de dolor.
El verdadero sufrimiento es la pérdida irremediable de una
persona, de los afectos que los humanos construimos.
El lugar de las pérdidas es un no lugar, la ausencia, un
vacío que solo se llena con recuerdos. Será tal vez por ello que igual
sensación tengo cuando pierdo las palabras, cuando no puedo sembrar esa memoria
en mis jardines, cuando no puedo estar haciendo honor a mi apellido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario