“Quien
no respeta límites se chocará seguramente
con
ellos.” I Ching
No podemos escapar de nuestras emociones,
ni de las simples ni de las complejas. Tampoco podemos huir de las vicisitudes de
la historia, más aún cuando dichos momentos están marcados por las
limitaciones, sabiendo que lo adverso y lo próspero juegan en una moneda y a
veces cual argamasa hacen una extraña mezcla con ellas.
Aquí y ahora la pandemia ha globalizado la
incertidumbre, nos hermana con ella la angustia, el miedo y el suspenso.
Nuestra singularidad hace de esa mistura de emociones una alquimia distinta en cada
uno, mientras el cuerpo reconoce todos
los matices de aquellos malestares. El sueño alterado, la agenda perdida, la
distancia en los contactos, los abrazos postergados, los proyectos congelados,
los trabajos perdidos o alterados… y nuestra salud caminando en la cuerda de un
equilibrista.
Podemos agregar el des-ánimo, el cansancio y
el hartazgo, la buena noticia es que con el tiempo los estados cambian, todo
cambia, aún algunas verdades que parecían irremediablemente ciertas. Aunque el
viento perdure a contramano alguna vez soplará para otro lado.
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