Conozco a algunas personas que le gustan los ceros. Su mente es un paisaje de números, delgados y escasos unos con numerosos y obesos ceros; las casas, los autos, los árboles, las montañas…
No me refiero a esa sensación minúscula de
seres que se sienten un cero en relación a la infinitud de ese espacio que es
el universo.
Apunto más a una ficción mayúscula de creer
en un sentido religioso, que muchos ceros dan una sensación de cierto estatus, de cierta seguridad e importancia.
Los diálogos de esos amantes versan sobre
unidades de medida y objetos cuantificables, con especial énfasis en los bienes
de cambio. Lenguaje binario de unos y ceros afectados a cuotas, alquileres,
compras y ventas y negocios variados.
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