Yo esperaba los pasos de mi padre a la madrugada cuando el
silencio y la oscuridad eran absolutos. Perro guardián, que no sabía qué ni a
quién proteger, agudizaba los sentidos prestando atención a todos los sonidos
de la calle.
Mi madre tampoco dormía, tal vez porque ella no dormía yo
tampoco lo hacía.
(*) Título de un libro de Amèlie Nothomb.
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