“Si
no acordásemos de todo, en la mayoría de los casos estaríamos
tan enfermos como si no
nos acordásemos de nada.”
Williams James, pionero
de la psicología.
Si no supiera que es
haría las más extrañas y fantasiosas conjeturas. El occipucio siempre fue una palabra que me
intereso, tal vez como una rareza o por su pronunciación extraña. La mayoría de
los diccionarios lo definen como “parte posterior e inferior de la cabeza.
Como a los escritores
se nos permite la exageración y sin tener grandes nociones de anatomía hasta puedo imaginar que
es el lugar donde se asienta la memoria y la desmemoria, tal vez porque ambas se refieren al pasado y por ende es lógico que uno la ubique en
el atrás, es decir en nuestro contra-frente.
Recientemente en una
charla de café, Ricardo, fantaseando con aquello de ¿Qué haría si fuera
presidente de este país? Me confesó que
el crearía el Ministerio del Pasado, pero separado de los otros organismos.
Fundamentó que tal decisión obedecía a que nosotros estábamos anclados en
el pasado.
Aquella ficción me interesó en demasía y empecé a imaginar ¿Qué haría yo si fuera ese
ministro? En primer lugar dicho
ministerio tendría que ser independiente del poder ejecutivo, algo así como el
Ministerio de Justicia, ya que la manipulación política de la historia , no
seamos ingenuos, es muy común ¿ cuántos líderes se han apropiado de
ella?.
Pensándolo mejor, no
tendría que estar en la esfera de un gobierno sino de una ONG.
¿Quién cuenta la
historia? ¿Cómo la cuenta? ¿Qué criterios deberíamos tener en cuenta para que
una historia se transforme en una lección colectiva?
Es necesario
puntualizar que recordar u olvidar no obedece a nuestra voluntad, de tal suerte
que, a veces recordamos cosas intrascendentes que circulan en nuestra mente
como parásitos y olvidamos aquellas
importantes, tampoco hay pastillas para recordar y pastillas para olvidar. No
es extraño observar, además, que dos hermanos o hermanas de una misma familia tienen
percepciones distintas sobre los mismos acontecimientos que han vivido dentro
de ella.
Reconociendo mis
límites, abandoné finalmente el desafío.