miércoles, 30 de noviembre de 2022

Cuestión de velocidades.

 


“Le pareció extraño sentirse tan inquieto. Se acordó de una historia de un indio americano que iba en coche con un blanco.

Este conducía muy rápido. De pronto el indio gritó: -¡Pará!

El conductor se asustó y frenó, entonces el indio bajo tranquilamente y se sentó en el borde de la carretera. -¿qué haces?- preguntó el blanco. El indio le contestó –Espero a mi alma, ella no va tan deprisa.”  Rafik Schami  (Sofía o el origen de

Todas las historias).

 

El cuerpo, la mente, la emoción y el sentimiento  son atletas que juegan a distintas velocidades, los ritmos, las cadencias , el estilo, la armonía , el souplesse , entre otras estéticas, son variadas en cada uno/a y en cada situación.

El símil de la emoción es como andar en moto, por los tránsitos de la emoción uno tiene el cuerpo totalmente comprometido, siente un temblor, ese ronronear del motor, percibe las frenadas suaves o bruscas, aquellos saltos en las  calles empedradas, las inclinaciones  del cuerpo en las curvas y contra-curvas, el viento, las variaciones de temperatura…

La acción es como andar en tren, lanzado sobre las vías toda nuestra humanidad avanza en forma arrolladora, el sentimiento se parece al taller del herrero, chispas que se encienden y se apagan y esa paciencia del oficio de modelar los materiales. El pensamiento es un director de orquesta que hace las entradas pertinentes.  El análisis y la reflexión es caminar o andar en bicicleta en modo zen.

La emoción antecede a la acción, porque ella es el motor que inicia aquella ignición,

la acción es más rápida que el pensamiento, la reflexión es más tardía , necesita más tiempo, a veces es menester hacer un alto, esperar  sentado en el camino, tomando un vaso de agua, contemplar es mirar más despacio, una meditación con movimientos más suaves.

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