la página
en blanco estaba inmaculada
nadie se
atrevía a mancharla
el dormido
develaba los sueños
el
despierto traducía los versos
en un
abismo de oscuridad uno se lanzaba
al otro el
brillo de la mañana le golpeaba la ventana
uno
percibía el olor de la palabra
al otro le florecía la lluvia en sus entrañas
puede ser
uno los dos o esa mezcla rara
de esta
condición humana
virutas de
tiempo esparcidas por el suelo
pulir los
bordes para honrar la palabra
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