Una
buena taza de su negro licor, bien preparado, contiene tantos problemas y
tantos poemas como una botella de tinta.
Rubén Darío
Mi amigo
Roberto siempre menciona una mnemotecnia
referida a esta noble infusión, lo dice con énfasis médico, basado en la
observación y además con cierta intención pedagógica. CAFÉ, la “c” de caliente,
la “a” de amargo, la “f” de fuerte, y la “e” de escaso.
El café
humeante inunda con su perfume los ambientes cálidos, es aquella argamasa que
une a las personas, construye un diálogo sincero entre amigas y amigos y hace
interesante aquellas tertulias, suspende por momentos las creencias, uno
aprende a verse y a ver con los otros y de los otros.
Deambulamos
por los bares buscando el café perfecto como la charla busca esa palabra
impecable. Saboreamos el encuentro, el contacto humano, ampliamos el horizonte
y esa aventura de pensar se aventura a re-encontrarnos.
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