Una amiga de letras me decía que los sinónimos no dicen
lo mismo, aunque las palabras denoten
cosas similares, quizás porque cada palabra, como acontece con los seres
humanos, tiene una naturaleza e historia personal; aclarada esta particularidad
que nos permite aceptar nuestras incompletas terminaciones y el correlato de sus límites, entre ellos, la
imposibilidad de una comunicación perfecta.
Por los motivos antes expuestos, uno se acerca a las verdades haciendo algunos ensayos, en términos de escribientes, algunos borradores y sus
modificadas versiones, poner la vida en palabras es eso, una aproximación a lo
real, a lo simbólico y a lo imaginario. Un secreto valioso es darse cuenta y
hacer con ello, algo al respecto, escribir por ejemplo.
Uno puede saber el porqué y el para qué de algunos términos,
después hay que ponerle el cuerpo, hacer de la idea una práctica, sentir como
fluye el movimiento, elegir los necesarios ejercicios del propio universo.
Vuelvo a los sinónimos y a los antónimos, me apasiona esa
relación, parece una partida de ajedrez de dispares estilos, estrategias y
contrastes, sería interesante discriminar ese ying y ese yang y luego aceptar y
reconocer como viven en uno esos claroscuros. A simple vista parecen blancos y
negros pero nosotros sabemos en lo profundo de su piel – si es que tienen
cuerpo- que son más diversos.
Admitamos cierto pragmatismo para vivir menos alienados,
considerando no llevarlo al extremo de lo insensible y de lo inhumano. Siendo
más concreto, es saludable diferenciar estar hipotónico que estar hipertónico,
desde allí podremos distinguir cuando estamos en un momento de eutonía, es
decir equilibrados. Puede ser vital
diferenciar si tengo energía o si carezco de ella en algunos instantes, aunque el concepto pueda parecer algo inmaterial.
La sensación subjetiva puede tener un paralelismo aproximado a lo real; lo
curioso de todo esto es que, sintiendo estas cosas uno puede hacer algo al
respecto, por ejemplo descansar o estar en actividad.
Curiosamente el origen de la palabra emoción tiene que ver
con “mover”, algunos lo conceptualizan como impulsos para la acción.
La capacidad de diferenciar es muy importantes para la salud, física, mental y
espiritual (en el sentido humano y no religioso del término) entre ellas y de
mayor a menor y de lo simple a lo
complejo, distinguimos:
lo cómodo de lo incómodo, lo agradable de lo desagradable, lo relajado de lo agarrotado, la debilidad de la fortaleza, lo resentido de lo apreciado,
el dar del recibir, la necesidad del deseo, la confianza de la des-confianza, estar centrado o estar
des-centrado, de estar motivado a estar des-motivado, entusiasmado o deprimido,
de ver las divergencias de lo importante
a lo urgente, de lo real a lo irreal, de lo posible a lo imposible…o como
diría Daniel el quid es discriminar “aserrín de pan rallado, gordura de hinchazón”…
Antes de elegirlos, me refiero a los sinónimos y los
antónimos, es cuestión de ver como se relacionan, sentirlos, permitirles el diálogo, que pongan
en juego la palabra, porque se sufre cuando ellos se callan…
No hay comentarios:
Publicar un comentario