A
María Angélica y Martín.
Una sonrisa mágica les abrió las puertas invisibles que
estaban cerradas,
ella y él, él y ella, en estos nuevos modos de no ahorrar
palabras,
cambiaron algo casi imperceptible y sutil en los gestos de sus caras
a través de esas pequeñas muecas en sus semblantes
me di cuenta que algo
había cambiado en sus moradas,
en los límites del cuerpo todo parecía igual,
pero adentro alguien les había pintado el alma
ellos habían ampliado un cuarto y el living era más largo y
ancho,
y yo sin palabras podía entrar por el frente y los costados…
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