De tanto en tanto un encuentro real o ficticio con
nuestra percepción de mortalidad, nos hace más humildes, iguales y democráticos
y después de superado cierto y subjetivo
espanto, nos permite alejarnos de los problemas menores (inconvenientes
burgueses) y centrarnos en las decisiones importantes de la vida.
viernes, 29 de abril de 2016
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