el dolor – acaso el sufrimiento-
es esta página blanca
un insomnio –inusual- de letras cansadas,
este ajedrez que juega entre decir y no decir nada
mientras los caballos se agitan y los peones se
desgastan
y yo muevo torpemente las piezas blancas,
lamento no dar respuestas claras,
lamento ignorar las recetas de la calma,
lamento escuchar aquellas campanadas,
a veces los
interrogantes nos consumen las ansias
a veces las certezas son una fachada
a veces quiero el silencio de las horas que faltan,
hace dos semanas que nos llueve en las entrañas
hasta mis refugios inventados tienen agua,
se ha vestido de nieve la palabra que andaba
el viento se lleva etéreas hojas que no pesan nada
sin márgenes ni renglones donde poner un ancla
pienso, siento, miro los cielorrasos
sus callados rumores son telones claros
despoblado de hojas me vacía el hallazgo de este otoño extraño,
la neblina espera , también blanca.
y percibe mi cenicienta mirada
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