“Aprende bien las reglas y luego olvídalas”
Cartel Callejero.
Con éxitos y fracasos aprendió:
aquella sonrisa social tan necesaria
para el bien-estar de la cultura.
a engañarse
en ese dilema de placer y realidad
a pedir permiso
a no dar portazos
a cuidar los modales, a ser sumiso
a no enojarme ni pelearme
relojes, candados, obediencias
competencias, patrones y gendarmes
a ser un ángel en el colegio
y el demonio en el barrio
a creer por conveniencia
en los reyes magos
a lavarme las orejas antes de ir
a la casa de su tía Angelita
a cuidar de su padre hasta el hartazgo
a acompañar la tristeza perpetua de su madre
a alegrarse y entristecerse a destiempo
por el mismo acto de la historia
a conocer el catecismo
y la misa del domingo
a estar incómodo
entre dos sillas
a culparme
de lo que ocurre y no ocurre
a estar distante de sí mismo
a ser ambiguo y evasivo
a tolerar burguesías obscenas
y altares de barro
a mantener parientes falsos
y estúpidas lealtades de sangre
a leer libros de autoayuda
y escuchar algunos cuentos de consumo
a gritar igual a un gol
el hundimiento de un barco
a agitar el ser nacional
por un campeonato
postergar el servicio militar
rindiendo tiro al blanco
hoy desaprende a grandes pasos,
coordenadas diacrónicas y sincrónicas
entramados con espacios de continuo movimiento,
esa luz que ilumina su contexto y deambula en su mirada.
domingo, 9 de mayo de 2010
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