ajeno a aquellas simetrías
me asombran
las luces y las sombras
las figuras
esfumadas
los colores brillantes
el
claroscuro
Monet Van Gogh
Caravaggio
la pintura
puede describir
la
diversidad humana
más allá de
las palabras
ajeno a aquellas simetrías
me asombran
las luces y las sombras
las figuras
esfumadas
los colores brillantes
el
claroscuro
Monet Van Gogh
Caravaggio
la pintura
puede describir
la
diversidad humana
más allá de
las palabras
A veces la catarsis de un dolor
A veces el
canto de aquella plenitud
A veces la
incertidumbre del mundo intermedio
A veces la argamasa
de todos los elementos
En todos los
tiempos el deseo
Escribí en
la arena de mi mente
en las
noches varios versos y poemas
según el
tiempo a veces en el desierto
a veces en
aquellas hermosas playas
se mezclaban
lo real y lo imaginario
con asombro
descubría en las mañanas
la ausencia
de esas huellas
las señas
disueltas en el aire
más algo
revelado en mí estaba
y disfrutaba
sin saberlo de esa calma
A sabiendas que
el tiempo es uno de los presupuestos, entre otros, de base de toda cultura que existe sobre la
tierra, según jerarquicemos el pasado, el presente o el futuro. También sabemos
que en lo personal nuestra visión de dichas orientaciones varía según la época
en que transitamos por este mundo.
Podríamos
decir con cierta lógica que mientras el tiempo avanza también cambia nuestro
aquí y ahora, aunque al mismo tiempo le importe muy poco esto.
No obstante
en nuestra humanidad hay un instante (?) en que se puede abolir el tiempo,
tener una breve sensación de detención, ello generalmente ocurre cuando uno se
olvida de su “yo”, cuando se disuelve el ego vivimos esa intemporalidad, algo
así como la detención en un semáforo, cuando damos un rodeo en el remanso de un
río, o tomamos agua en un descanso del camino.
Dichas
percepciones son más evidentes cuando nuestras actividades se relacionan con el
arte, entre ellas, cantar, hacer una escultura, escribir, dibujar o pintar,
danzar…o cuando nos sumergimos en una actividad lúdica.
Se silencian
aquellas campanadas, el movimiento disfruta de su levedad, contemplando el humo
se congela en el aire, los anhelos se suspenden, aún nuestras creencias, y el
hacer o el no hacer es un destino sin destino, nos desprendemos de toda
utilidad. En esos estados el tiempo renuncia a su tic-tac.
Cuando menos
tiempo disponible tenemos más disfrutamos, valoramos y sentimos el ahora, y
todo ello es solo por hoy. La instantaneidad y esa prisa es otra cosa.
Entre
la política y las necesidades de la
ciudadanía
el yo y el nosotros
el diálogo de dos miradas
el puente de dos ideas
las comunicaciones y los vínculos
la acción y la contemplación
el cuerpo y la mente
el tú y el otro
la urdimbre y la trama
quebrada
está la viga que sostenía el techo del mundo
los bosques
son árboles rotos, las astillas por todos lados
en el mar
aquellas islas de plásticos
al planeta
le duelen sus fracturas
las heridas
de los últimos años
En el vacío
narrativo perdemos la flexibilidad de nuestros egos, el eros, lo simbólico y lo
imaginario.
Abundan los “yo”
y escasea el “nosotros”.
Me
aconsejaron que evite mi compulsión al relato, que sólo me preocupe por
informarme en el corto plazo, que no recuerde, que viva sin compromiso y sin
confianza, que no mire ni contemple el horizonte.
EL “don de la escucha”.
Byung-Clul Han.
Hace tiempo
que cae de esa canilla una gota de agua casi imperceptible.
Medita en la
pausa y labora en su caída.
Puede ser
tiempo, música, diástole y sístole, la corporificación de la
acción y el complemento de su meditación.
Su ritmo no
tiene matices, la gota persevera cual máquina, orada la piedra, en su hacer
cotidiano olvida lo que es, si ella estuviera sola nadie le diría que es pura.
El silencio
le ayuda a sentir sus cansancios, en el no-hacer se agudizan los sentidos, allí
se da cuenta que es fresca, que es clara, que sin ella nada crecería.
Hay muchos
que cuentan sus horas, los litros que acumula, el peso, su tamaño, la velocidad
de sus repeticiones, los barriles que produce por día.
Lo visible
es lo cuantitativo, lo visible lo
cualitativo. El primero demuestra, el segundo argumenta y analiza, uno
exagera la mirada, el otro lo que escucha.
En su
vigilia mantiene aquellos persistentes automatismos, en sus sueños juega a ser
lago, río, el pozo calmo de un viajero sediento.
“Sin silencio no hay
música…”
Byung-Chul Han (Vida
contemplativa- Elogio de la inactividad).
Quietamente sentado, sin
hacer nada,
llega la primavera
y crece la hierba sola.
Roland
Barthes
Menos ruido
y más silencio
necesita la
palabra
centrarse en
lo que quiere
y con quien
quiere
me pierdo en
esa actividad
también en
aquella inactividad
sin
pretender saber
sin
pretender poder
sin
propósito
sin brújula
sin timón
sin hacer
nada
la poesía
goza
en lo etéreo
en la
levedad
en la
lentitud
disfumada en
el aire
diluida en
el agua
en la danza
de las llamas
en el
silencio que contempla lo que calla
Nos amplía el horizonte, lo lejano, lo ancho, lo alto y lo profundo, nuestros lugares más insospechados
Aquella galaxia nos invita a un viaje de aventuras, al
placer de conocer otros mundos
Integra e
implica al cuerpo, a la mente y al
espíritu, de qué cuerpo, mente y espíritu hablamos dependerá de nuestro
continuo aprendizaje del aprendizaje
Es un
gimnasio de neuronas, mitocondrias y
otras cuestiones aún no investigadas,
Independiente
de los gustos, no tiene techos ni límites, Ikebana cocina ajedrez
o lo que quieras…
Cambia los
conceptos, los modos, las palabras, los gestos,
las actitudes, las acciones, los valores, algunas viejas jerarquías…
En la calle,
en el aula, en el gimnasio, en la biblioteca, en el bar, en la tertulia…
Nos hace
volar con su magia y nos sumerge en ese
juego donde se diluye el “Yo” y recuperamos el “nosotros”.
...
Llego marzo con todos sus cansancios
hay un
hastío en este verano prolongado
semáforos en
rojo en las grandes ciudades
viejas y
nuevas grietas en las calles
el ahora
parece interminable
y recién
empieza el año…