Las palabras dormían
los sueños las despertaban
a veces un renglón
de aquellas lecturas
un vocablo desconocido
que nos lleva al diccionario
una puerta impensada que se abre
en una metáfora alocada
un perfume que persiste
aún indescifrable
las tertulias las frases espontáneas
el olor a café las servilletas manchadas
ahí están para que no se pierda el instante
en el humo incierto y evanescente del tiempo
despojado casi desnudo con las mínimas pertenencias
en el genuino olvido de las conveniencias
la hoja en blanco es una mujer que acaricia
a quien escribe y a quien lee
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