martes, 5 de julio de 2022

Evidencias y observaciones de insatisfacciones cotidianas.

 


Inscripto en el género prosaico paso a relatar algunos hechos de la vida cotidiana.

Necesitaba un repuesto para mi auto pero como cambiaron al ministro de economía los comercios de repuestos decidieron no vender su mercadería hasta saber la cotización del dólar blue, o del oficial, o del mayorista, o del minorista, o del negro, o del BCRA, o del Banco Nación, o del turista, o el gris, o el dólar tarjeta…

Por la mañana dejé el auto en el taller de Daniel, mi mecánico de confianza. Le pregunté qué colectivo podía tomar para ir al centro. Me indicó que en la esquina podía tomar la línea 122. Subí a dicho transporte público y cuando le pregunté al conductor ¿Va al microcentro? ¿Dónde me deja? Me respondió con desdén y cierta indiferencia con un gesto que podía interpretarse como un “sí”.

Pasado el mediodía fui a una oficina de Santa Fe Servicios a pagar un impuesto. El empleado –que estaba muy concentrado en su teléfono- me dijo sin mirarme –No tengo sistema- yo le pregunté ¿Puedo sacar dinero? Sin levantar la vista  me contestó ¿Cuándo vuelva internet?

Estas y otras desventuras a mí me acontecen regularmente.

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