La vida es un mar dónde uno se zambulle, el agua, sea fría o cálida nos sorprende en el primer chapuzón. Un aprendizaje filogenético nos permite flotar, desplazarnos, sumergirnos, elevarnos y con el tiempo adquirir algunas destrezas en nuestra propia propulsión, de suerte tal que el cuerpo y el movimiento desarrollan una gran inteligencia.
En los altibajos
que las circunstancias nos imponen, uno
sigue respirando, no siempre hay
ensayos, la inmersión es inevitable, ¿Qué puede hacer uno con lo inevitable?...
Teniendo
en cuenta nuestra vulnerable condición estar siendo siempre es una ganancia que
no siempre apreciamos. Estando como podemos y haciendo lo que podemos sin dejar
de amar, trabajar, sostener, aprender, construir…