Varias veces me han preguntado ¿por qué consultaste o consultarías a un psicóloga/o?
Muchas respuestas espontáneas surgieron de esa pregunta, más
ahora que lo siento y lo pienso con más calma, escribo una respuesta más
elaborada.
Estoy convencido de que hay creencias constructivas y
creencias destructivas, siempre con la advertencia de no fiarse
ciegamente de ellas. Como estas trabajan y conspiran en los subsuelos de
nuestra conciencia ("Si
quieres volverte sabio, primero tendrás que escuchar a los
perros salvajes
que ladran en tu
sótano."
Friedrich Nietzsche), es decir operan a nivel inconsciente,
es muy aconsejable de tanto en tanto suspenderlas, tomar un descanso para
verlas, sentarse en algún lugar tranquilo y mirarlas con cierta distancia tratando
de no juzgarlas.
Frecuentemente sentimos el impulso de querer dar clase con nuestra experiencia y saberes, lucirnos a
través de nuestras competencias, pero cuando nos enfrentamos al muro de
nuestros propios obstáculos, no sabemos
nada. Lo que sí sabemos es que todos en algún momento sentimos que algún
camino se nos ha atascado.
En ese espacio solitario, dialogo interno que solemos hacer,
o en ese territorio compartido y protegido de la consulta, interpelamos lo que dicen
nuestras creencias, esas que a veces nos ayudan a vivir y esas otras con
las que corremos
el riesgo de morir por ellas y
con ellas.
Entre tantos temores hay que intentar un salto de osadía,
viajar a otros lugares, abandonar algún recuerdo, perdonar y perdonarse. La
vida es movimiento y cambio.
Cuando la manera de mirar el mundo y de mirarnos ya no
sostienen nuestras premisas principales es sano y constructivo cuestionarlas. A
veces aquella confrontación positiva con nosotros mismos, solos o en terapia o
solos y en terapia, nos lleva a al
aprendizaje más elevado, aprender sobre nuestro propio aprendizaje.
Por eso dialogo conmigo y a veces consulto a la psicóloga o
al psicólogo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario