La palabra "comprender" viene del latín
comprehendere y significa "entender, capturar completamente lo que sucede
o lo que se ha dicho".
Somos uno y somos un nosotros, pero por favor no pongamos en
otros nuestras historias. A veces conjeturar o suponer en las relaciones humanas puede resultar
destructivo. La imaginación tan deseable en el arte y en el mundo laboral puede
ser nefasta en lo interpersonal, solo basta leer la “Historia del Martillo” en
el libro “El arte de amargarse la vida” de Paul Watzlawick.
El mejor consejo al respecto me lo dio una psicóloga amiga
refiriéndose a lo que dio en llamar “Disociación instrumental” entendiéndose por
ella a la capacidad de identificarse con las personas y los hechos pero
manteniendo cierta distancia.
La comprensión deviene no de la igualdad en conceptos y
sentires, la comprensión se da cuando podemos entender la vida situada del
otro, su contexto, su perspectiva, cuando podemos bordear su
circunstancia, algunos limitados indicios de su subjetividad.
Quizás cuando por una razón u otra esto se nos devela,
generalmente de forma accidental y no intencionada, aparece la empatía que no tiene nada que ver
con mimetizarnos con el otro.
Escrito o mental nosotros no tenemos acceso al libro de los
otros y sobre nuestro propio yo la escritura es perpetua, frecuentemente
incompleta y aún con muchas páginas en blanco. En este último caso una
autobiografía donde se mezcla ficciones y realidades, una versión de nosotros
mismos.
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