Hay una relación
corporal con las palabras, a ellas les ponemos nuestro cuerpo, cuando se
desgastan es por la incoherencia de nuestras acciones, es decir de nuestros actos.
Nuestro andar por el mundo sostiene o
empobrece nuestros vocablos, el decir y el hacer van de la mano. Leer y
escribir tienen parecidos hábitos, propiocepción del cerebro y de las manos.
Están aquellas que vibran en tu piel y son fuentes de energía, son las que te dan calor o
frío, sudores o escalofríos. Algunas
invitan a los abrazos y otras a los rechazos.
Las palabras apelan a los sentido-s llevan perfumes,
también olores rancios. Se visten de
colores a gusto de quien las viste. A las claras deberíamos incorporarlas y a las oscuras no darles tanta importancia.
Como especias hay dulces y saladas, picantes y amargas.
Algunas saben de acrobacias y saltan por
los aires, libres con el que se anima a llevarlas, hay lisas y ásperas.
¡Escuchad como cantan!
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