sábado, 13 de abril de 2019

Aquella actitud tan universal (tratado incompleto…).



El territorio del amor   tiene una geografía extensa y variada, abarca todos los climas y cambia según las estaciones del año. A veces los caminos son llanos y  otras veces  aquellos senderos  deambulan  por   terrenos encarpados.

Se parece al libro de los cambios, nadie conoce sus dominios y hasta los más versados muestran su ignorancia a juzgar por algunos resultados.

En el tema las certezas son teorías conjeturales motivo por el cual es importante   aprender a vivir con  cierta incertidumbre  y con  inestabilidades personales y globales.

En algunas zonas, siguiendo el dicho popular “el amor es ciego”,  hay que ser muy cuidadoso,  estar limitado en la observación es un inconveniente difícil de superar, por todo ello hay que ser prudente en  el andar y saber esquivar los obstáculos.

Los oráculos ofrecen respuestas simbólicas pero no son siempre tan claros en la teoría de la acción.

¿Tendrá un límite el amor? Prefiero pensarlo como un territorio y no como un mapa con fronteras, aunque esta reflexión no me provea  de  tranquilidad  o seguridad alguna.

El tema es complejo en todas sus manifestaciones, como diría Fromm, en el amor fraternal, filiar, erótico, universal…

Tal vez  esa  actividad vital,  sea una apuesta de nuestra más elevada conciencia.

El inconveniente de esta facultad es esperar la respuesta de lo esperado, y más aún, recibir lo no esperado.

Esta pasión tan clara no siempre tiene un correlato con la justicia, entendiendo por ella a  darle a cada uno/a lo que le corresponde.

Las correlatividades del amor son difíciles de escudriñar varían en sus múltiples casos y no siempre tienen una correspondencia horizontal.

Este sentir no responde a las leyes de la de la física, ni a la ingeniería, ni a cualquier investigación cuantitativa,  o pensamiento positivista, tampoco se compra o se vende  en los comercios y en una época tan propensa a la tecnología tampoco creo que se invente una aplicación llamada Amormometro que pueda medir la cantidad y calidad del amor, aunque sepamos en que parte de cerebro andan estas emociones.

Lo cierto es que el amor es una realidad aunque por momentos no exenta de ficciones y fantasías, ya que esto se puede argumentar con el acto de amar  a algo o a alguien que no existe.
Quizás lo que más se le parece es la ecología ya que aquel hermano de la ternura, no existe sin la diversidad y la interdependencia ya que no podemos amar estando solos en el mundo.

El amor y el sujeto amado son distintas cosas, es aquí donde nos damos cuenta de los límites del lenguaje, ya que en este caso es difícil distinguir los plurales y los singulares…

El amor no se limita a la vida de pareja, cada forma requiere reconocimiento, calidez, aceptación de la singularidad y del sentir, reciprocidad afectiva, empatía, diálogo, sensibilidad, diálogo, reflexión…

El contexto de este preciado aprendizaje acontece en inevitables inclemencias, de la cual también se aprende a percibir, dentro de su dinámico proceso,  los vientos favorables y los desfavorables. La pedagogía a través de la experiencia es la sugerencia más recomendable.

Ah! Que sería de nosotros sin aquellos fuegos ¿dónde iríamos a parar sin aquellos dulces momentos? ¿acaso podríamos vivir sin ese claroscuro sentimiento?...

…los excesivos puntos suspensivos  son la evidencia de mis dudas, de cierta prudencia y de una asumida incompletud…

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