No sé si es la
tristeza
o los caprichosos de mis deseos,
el invisible oráculo
de los papeles blancos,
tal vez esa llovizna de tinta
-el llanto de los silencios-
la inquietud que tengo
cuando duerme el viento,
por eso vuelvo a los
signos
a los tiempos de la espera,
a la palabra germinada
en el dolor de los
desiertos,
es importante ser
constante
hasta que el ánimo aclare
o se haga luz el sueño
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