Mientras la humana ciencia no descubra
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a do camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
Gustavo Adolfo Bécquer (Rima IV – Fragmento).
¿Quién escribe?
¿de dónde
viene la música de sus rimas?
¿y esa danza en la grafía de sus días?
¿ no estará condenado en sus tierras blancas
a una noria sin fin de versos de cenizas?
¿ a quién le importa su osadía?
¿porqué busca en la arqueología de sus huellas?
¿acaso servirán de algo los testigos de aquellos pasos que se olvidan?
si el otro es otro y mira en su espejo
con la neblina de sus
creencias –cristales de opalina-,
no le quito méritos a su coraje
interpela a los sueños con desnudez y energía,
paga cada hallazgo con monedas de diez preguntas
y así retorna a su pobreza - ya lo veo sin paraguas en las
tormentas-
hasta la verdad la han
hecho mercancía,
¿Para qué repite los ritos de su arte?
¿la obstinación de su utopía?
cuánto más se adentra
más incognoscible es la respuesta,
-ella – esa mujer
desprovista de sus sedas
impenetrable, no en su
carne
sino en el darse
cuenta;
-él- elije las
palabras, los moldes,
esa piel, su sensible circunferencia,
quizás tenga una fugaz proeza
inventar una frase una
ilusión extensa;
se cuida del discurso
no escapa a la intriga, a las competencias
al juego salvaje de las conveniencias…
las palabras se
extienden se recuestan
necesitan el silencio
de la siesta…
como un viejo que lo mira, me pregunto:
¿Cómo superará los
seductores engaños
las celadas, las coaliciones del saber, las academias?
Sólo se puede sembrar la idea y el amor
y esperar a que mueran o florezcan
el riesgo de vivir con los enigmas a cuestas,
la apuesta de amar a uno o a una no es a medias,
y esa es la verdad incompleta
aunque nos duela
la angustia es eterna
la escritura repetida
en consecuencia…