sábado, 26 de enero de 2013

De rendijas y fisuras.



Esa grieta  había gambeteado la perfección de la  exquisita arquitectura

en ese  lugar privilegiado de la ochava – la vista perfecta de la calle-

la esquina de dos miradas en el caos del paisaje

asfaltos, empedrados y  aquellas vías,

el  humo tóxico y la neblina y alguna fantasía entre los claros.

Nadie pensó que el viento acumulara   residuos de la pampa,

que de cuerpo y alma le aparecieran sus vitales impulsos,

que una semilla de ideas se hubiera posado en aquel nido

en el refugio de los hombres sensibles al asombro,

que en el pequeño espacio  hubiera germinado, 

que de su resistencia sacara esos  jugos,

que tuviera hijos autónomos y creativos,

que con tiempo rompiera los cementos

y ocupara sus legítimos  lugares

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