Señalo con el pulgar el lugar de la utopía,
le escribo cartas los días de tormenta,
salgo al parque a ver
los monumentos de la historia,
las palomas muertas,
los pájaros que recién empiezan,
los leños que han caído,
los brotes que despiertan,
los caminos de las hormigas,
los verdes de la siesta…
el enemigo siempre me sorprende
sin mi temible lápiz de madera,
es ahí, cuando el dolor de su espada
me atraviesa,
llamo a los dioses y a los diablos
pero ellos se confunden y hacen componendas,
con las heridas a cuestas,
llego a mi casa
y un papel de esperanza
me blanquea.
sábado, 18 de diciembre de 2010
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