miércoles, 17 de noviembre de 2010

La muerte del gusano de seda (I).

Ha tirado algunos papeles amarillos
que ya estaban muertos de antemano

ha sacado sus astillas
-los dolores vanos-

ha cambiado los libros
en estantes impensados

ha hecho una mudanza
de muebles del pasado

ha decidido volar sin sobrepeso
hablar sin engaños

escribir
por cualquier lado


La muerte del gusano de seda (II).

las fotos pierden los lugares acostumbrados
el viento trae aromas de todos lados

el fuego quema su hojarasca
y los petardos no le sobresaltan

libre, vacío,
lleno de señales por sus calles

tiene indicios de huellas en el aire
carteles de sus puntos cardinales

tiene más presente que pasado
y menos tiempo en el banco

talla en madera aquellas letras
un mundo en sus manos –los espacios inventados-










La muerte del gusano de seda (III).


Se extraña de andar despacio en los remansos,
de que los ácaros de sus alfombras
hayan huido a buscar otras alergias,
de verse nuevo en lo que conoce e ignora,
de vivir con gerundios y encontrar nuevos personajes,
de mantener sus modos y sus formas
ese estilo de andar por el mundo,
se mira en las distancias
escribiendo en tercera persona su retrato
sin ningún intermediario,
entrega-regala a quién quiera:
armaduras y espadas espartanas,
héroes de distinta calaña,
egos de subasta,
sirenas que encantan

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