sábado, 23 de octubre de 2010

El libro de los cambios.

He llegado a la cima de mis labores,
-principiante en el arte del buen envejecer-
sé que tengo sólo hasta mañana
la mirada de estos horizontes,
desde aquí veo hacia el sur
la diferencia en los ocres de todos mis otoños,
todos los caminos hasta esta escalada cúspide:
las rectas y los rodeos intrincados de mis caminatas,
los ríos que he cruzado, los campos, los sembrados,
los obstáculos –la huella firme-
aquellos serpenteos en la espesura,
la continuidad, el entusiasmo,
los abismos, los ascensos
y este pozo de agua en el descanso,
el viaje perpetuo
en el libro de los cambios.
He construido un fogón con mis apuntes
en el fuego crepitante arden:
la foto de los Ingalls,
mis viejas cobardías,
un espejo con una sonrisa social cristalizada de costumbres,
una agenda de teléfonos que no me pertenece,
llaves viejas de lugares deshabitados,
las estampitas de mi primera comunión,
los libros de autoayuda,
los ejercicios de prudencia,
el disfraz de cordero,
las recetas del principio,
los impuestos pagos.
Una lluvia de cenizas el viento se ha llevado
y hacia el norte veo
nuevos colores disfumados…

martes, 19 de octubre de 2010

mientras aclare… (ecosistema de las relaciones).

en los brotes de septiembre
las palabras se demoran en silencios,
-los ríos empujan y ceden según sus noches-
el viento parlante susurra al oído
la emoción de los verdes
la huída de los ocres
la mordiente pátina de los días mejores;
hay hombres cansados que transitan
la dormida pereza de sus vigilias
avivando la propia fogata de las desesperanzas,
otros perseveran en sus despertares
al pie de un campo de girasoles
en la ceremonia de sus asombros,
lentos los amaneceres no definen su paisaje
el entorno agita ramas en la complejidad de sus follajes;
el interior: sosegado y calmo
espera el caldero de sus resueltos interrogantes

domingo, 10 de octubre de 2010

Límites III.

“Quién ante determinadas circunstancias no pierde la
cabeza, es que no tiene cabeza para perder.”
Sigmund Freud

hay luces que guardan sus brillos
en los conflictos de su tenebrismo,
esperando los signos
cuando los leños se mojan
y los fósforos están humedecidos

sólo puedo contar con mis ojos
-azul y gris- el mundo que miro,
con dos colores que mezclo
-me defino-

el río termina en su orilla
el agua cede y empuja
según su designio,
de otros ojos y otros ríos
mis conjeturas resigno

una vista por vez:
-esos espejos distintos-
y el agua suave y lenta
que susurra y limpia – mis ojos heridos-

jueves, 7 de octubre de 2010

límites.

cada uno sueña su sueño
y sus propias pesadillas,
y planta siembra riega
sus jardines

todo paisaje que miras es mirado
y aún los colores esfumados con que pintas,
solo convenimos un idioma parecido
más las fronteras son distintas

tu confín no es el mío
tu dolor esta encarnado en otra piel
las letras se tiñen de tus vestiduras
y ese lápiz escribe las señas de tu caligrafía

límites II.


escribo o soy escrito,
el juego de ajedrez
de jugadores iguales a sus piezas
que otras manos juegan,
un sueño dentro del sueño
un cuento dentro del cuento
y ese yo
tan resbaladizo
tan inaprensible
tan inmaterial y tan hambriento
denso e incompleto
en los bordes de esa humanidad
que no puede transponer su línea.



Décadas.


una identidad se narra
entre lo sólido, extenso y flexible
soy, me de construyo y reconstruyo,
juego y me aventuro
tengo, necesito
quiero, deseo
debo, elijo
puedo
me renuevo
“vivo” (las comillas son mías).

domingo, 3 de octubre de 2010

Discurso(S).

uno es también lo que puede escribir,
lo que calla,
la palabra que ha perdido
o nunca halló

es además, lo que decide leer
el canon que elige
el abandono de la copia
la decisión de reescribirse

¿ acaso hay algo o alguien
o esas sociedades anónimas
que ya moldearon
nuestra escritura?

¿tal vez nos implantaron
una tediosa novela de domingos
transitando caminos repetidos
y amansados?

existe un mar inmenso
a la derecha y a la izquierda
-en honor a la justicia-
de mis existenciales preguntas

tenemos que cuidarnos - con vigilante crítica-
de los argumentos instituidos,
de la experiencia ignorada de los hombres secos,
del éxito de la medallas y los bolsillos

creyentes o no
podemos protestar
de los arquitectos de las viejas catedrales
del altar de aquellos paradigmas

prefiero este espiral de letras inconclusas,
ese universo de lo ínfimo jamás inexplorado,
la angustia eterna de la escritura perpetua,
la aventura de inventarme

el fluir de abandonarme al juego de las escrituras,
la lúdica presencia de mis ignorancias,
la ciega persistencia de las luces
en los frágiles y eternos pergaminos

un cuadro de neblinas
un encuentro de canciones
el cuerpo de múltiples escenas
una palabra de vida