¿Estaba en su naturaleza o era producto de sus circunstancias? Desde una mirada existencial estoy predispuesto a pensar más sobre la primera que sobre la segunda posibilidad.
Hablaban el mismo lenguaje los unos y los otros, pero ninguno
de ellos se entendían, como si existiera en ambos una incapacidad de
decodificar las palabras, de poder dialogar y acordar una civilizada convivencia.
Había en aquel mundo de ficción dos cegueras, una blanca y
una negra, ambas eran cegueras.
Al alcance de mi mano sobre la mesita de luz estoica espera
una libreta de hojas blancas, el lápiz como un vigía explora el paisaje, ambos
esperan en silencio mi palabra.
Desconfía del poder, es muy propenso a la mentira y a la
manipulación. La historia se adapta a sus mandatos, sus estadísticas justifican
el ajuste perpetuo, la justicia coquetea con los influyentes de turno y tuerce
su balanza según las conveniencias…
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