miércoles, 17 de septiembre de 2025

Lectoescritura.

  

Lo importante a veces es la letra chica que casi es invisible.

 

 

Soy un discreto lector, debería leer más ya que también tengo pasión por la escritura, tengo que confesar que escondo un secreto hasta ahora por mí inadvertido, cuando leo reescribo entre líneas.

 

Me gusta la concentración, el perfume condensado, el jarabe exquisito, ese elixir de uno o dos renglones.

 

 

Leo algunas frases, me detengo,  conjeturo lo que escribiría con posterioridad el autor y hasta lo escribo, con sorpresa observo que los textos son parecidos ¿quién de los dos estará haciendo plagio?

 

 

Mis cuadernos de notas son desorganizados, caóticos, escrituras fragmentadas, títulos inconclusos, dibujos, cuadros, servilletas de apuntes que luego serán pegadas en el cuaderno, recortes de diarios y revistas, folletos de una exposición, expresiones de la gente que me llaman la atención, observaciones, interrogantes, lenguajes corporales, lo visible y lo invisible de aquellos lenguajes, lo simbólico, lo conjetural…

Incluso mis apuntes del taller de escritura tenían una desestructura parecida. Libros recomendados, lista de lo que debería leer, libros elegidos, libros que me han regalado.

Lo curioso es que el caos termina ordenándose, no sé con qué método, también desconozco las  fases de ese proceso, lo cierto es que de repente aparece la coherencia y la cohesión del texto y se alinean las palabras.

Debo aclarar que a veces me gusta jugar con los vocablos, dichas licencias a veces desorientan al lector y el relato ya no transita por las rectas del renglón sino por los caminos sinuosos de mi mente y por los laberintos de mis subjetividades.

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