miércoles, 3 de abril de 2024

Reloj de pared.

 


Se ha roto la cuerda del reloj de pared. Se ha perdido su tic-tac, aquellas campanadas, el equilibrado movimiento de su péndulo, las  oscilaciones hipnóticas son aquí y ahora una estoica estatua. Yo medito en silencio su inactividad.

El grillo ha olvidado el momento de anunciarse,  los pájaros desorientados han renunciado al ritual de su canto, la calle está más calma. Algunos hombres y mujeres llegan tarde al trabajo.

A veces basta un cambio para que pase algo grande aunque algunos piensan que nada ha pasado y por ende nada cambia.

El orden y el caos juegan a las cartas sin saber cuándo es placentero y cuándo es peligroso.

La sociedad está dividida en sus creencias, algunos políticos piensan que es posible cambiar a cualquier costo, los maestros, psicólogos, sociólogos… tienen  la convicción de que el cambio es posible sabiendo que no  somos  sólo  sujetos de la historia sino también  hacedores de la historia, también hay un colectivo de escépticos que afirman que nada cambia.

Yo creo que si amplio mi biblioteca, que mientras leo un libro, algo cambia, tal vez otro brillo en mi mirada, tal vez  comprender el universo de una palabra, tal vez contemplar lo que pasa, desde allí creo en  ese extraño efecto dominó, a veces basta no solo mirar al frente sino girar tan solo un poco la cabeza a los costados.

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