A veces los sábados y domingos detienen su marcha
y en esas sábanas
claras se pintan de colores las
mañanas
A veces los sábados y domingos detienen su marcha
y en esas sábanas
claras se pintan de colores las
mañanas
Erguido en su atalaya
el reloj de la avenida
también podría ser
de alguna plaza
ha perdido sus manecillas
estoico inmortal
soldado que respeta
su mandato
sin péndulos ni campanas
reflexiona en su descanso
(*) frase que le pertenece a Graciela Steinman
Mojar la tierra de esos girasoles
Quisiera ser una sombra de palabras
ser al agua que beben los cansados
quisiera inventar un viento
que infle las velas de quien pesca sueños
quisiere ser alguien que cante
la alquimia de un verso
quisiera con la ilusión de las letras
mojar la tierra de esos girasoles
quisiera apostar a una palabra
dar papeles de confianza
quisiera acariciar tu piel
con un íntimo abecedario
quisiera tatuar un invisible renglón
de una singular ternura
quisiera dibujar una sonrisa
apenas me despierte en las mañanas
“No se puede tenerlo todo”, este concepto tan simple y profundo a la vez no se entiende desde la matriz socio cultural occidental que supimos conseguir.
Conjeturando osadamente sobre el aparato psíquico formulado
por Freud, el súper yo tiene exigencias ilimitadas, no conoce fronteras ni
mapas, niega su techo, su ambición no descansa, nos impone reglas, mandatos,
leyes, normas, nos exige una perfección no humana.
El ello con sus pulsiones y deseos nos empuja, nos incita, nos coloca frente a una vidriera interminable
de estímulos, un shopping lleno de marquesinas, marketing, ornamentos,
seducciones , objetos diversos , un paraíso de colores.
El yo, si es que puede adquirir cierta flexibilidad, entre
sueños, realidades y duermevelas, si puede y quiere apartarse de su núcleo
duro, ejercita cierta narrativa, media entre los dos tiranos, acepta a veces la
imposibilidad de ser completo, aprende a enfrentar sus faltas, aquellos vacíos
y carencias, y tolera al fin, cierto grado de frustración.
Qué difícil es no hacer, más como casi todo se puede aprender.
Como las hojas de un árbol vuelan las hojas del calendario.
Tengo que admitir una
verdad, ya no tengo aquellas energías, incluso son distintos los cansancios.
la naturaleza del agua
el poder del fuego
la fuerza del viento
la fertilidad de la tierra
el universo de las ideas y el amor
las pasiones claras y
las oscuras
los ciclos de la vida
el sol, quizás aquella montaña
y algunas palabras…
jangadas
barquitos de papel
juncos flotantes
a merced de las corrientes suaves
“El
sol es nuevo cada día.”
“Todo
cambia; nada es.”
“Nadie
se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río
y
en el que se baña”
Heráclito
de Éfeso
No vuelves al agua del mismo río
no vuelves a ese mar
no vuelves a esa mirada
no vuelve aquella primavera
no vuelve ese verano
no vuelves al mismo recuerdo
todo cambia y se renueva
todo fluye todo se mueve
todo es un ir todo es
un marchar
Inundado de celestes
las velas el cielo el mar
inhalo exhalo inhalo exhalo
alejo aquellas historias
lleno de vacíos
y ese silencio inteligente
aprendo a no hacer nada
a no esperar nada
a andar sereno en la jangada
el mantra simple de las olas
el blanco olvido de mi agenda
y el viento que decide el rumbo de mi barca
aceptar aquella danza
en la marea de la vida
los días que sortea esas circunstancias
los deseos se mantienen
en la estela que deja el andar
con esa sal que trae el mar
Cuando acaricio una palabra
ella me cuenta su historia
se devela se desnuda se sincera
yo sólo la escribo
no más
“…Un año más de lluvia, viento y sol…” Canción (Carnavalito).
A veces los lugares y los tiempos
traen aquellos ciclones
a veces la lluvia cae lentamente
sobre tus sembrados
a veces el sol
te besa la piel
el sabio sabe
vivir las estaciones