“El Cementerio de los Vivos” era una frase de Julio Matarín, la puse entre comillas respetando su propiedad intelectual, Julio no hacía largas explicaciones sobre esa expresión, más como dice el conocido refrán “A buen entendedor pocas palabras”, el hacía un gesto que daba a entender que en algún lugar de su cerebro, justo cerca del occipital (a veces lo señalaba) estaba esa zona que tenía reservada para las personas tóxicas, nocivas, desconsideradas, manipuladoras, interesadas…y toda esa fauna de adjetivos calificativos parecidos, distinguiendo aquellos personajes que no merecen nuestro tiempo ni nuestra energía.
Imagino que del lado opuesto, cerca del frontal, está una
suerte de antónimo, algo así como el Jardín de la Ternura, un territorio
habitado por personas vivas y muertas
que nos acompañan a cada paso, todo ese colectivo que nos brindan amor, alimento afectivo, cariño y afecto.
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