martes, 28 de junio de 2022

Propiocepción de lo indecible.


Uno se aproxima, se acerca a esa palabra, la toca con un imperceptible roce con las puntas de los dedos de una mano, estirándose en puntas de pie. El instante dura una milésima de segundo.

Ah! si pudiera a través de lo que escribo abrazar lo indecible, llegar al límite de ese territorio silencioso. Tal vez por ello recurro a la poesía que frecuentemente bordea lo inaccesible.

Cuando el cuerpo inquieto percibe aquella necesidad, llama al verso a escondidas y a la sombre visible de mi escritura se encuentra lo invisible, y ese rito se despierta todos los días.

A sabiendas de los reiterados y vanos intentos uno busca en esa alquimia encontrar algunos restos de aquellas pepitas que brillan, alguna nota de su música dormida.

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