sábado, 5 de febrero de 2022

Las relaciones humanas (micro ensayo).

 


Las relaciones humanas no son como la imaginamos, tampoco como las  deseamos, pensamos y queremos y esto rige como ley tanto para nosotros como para con los otros.

Si a esta complejidad le agregamos que nadie es perfecto, el universo social bien podría responder a la teoría del caos, aunque de mi parte prefiero considerar que dicha muestra de heterogeneidad nos hace más entretenidos, dinámicos, creativos y felices, a pensar de… los difíciles entramados de  nuestras relaciones, entre ellas, las emociones, las ilusiones, los mandatos, las matrices culturales…

Las relaciones humanas frecuentemente no dependen sólo de uno y a veces tampoco alcanza el amor, algunas de nuestras pesadumbres devienen de continuar en ese intento de que sean increíbles y  perfectas.

Tampoco en estas cuestiones hay que involucrar  demasiado a nuestros egos que regularmente no son equilibrados, siempre se desnivelan a los extremos o se elevan hasta la pedantería o caen en la falta de amor propio, el ego es un gran inventor de historias sobre los otros, descartemos pues, el egocentrismo.

Las relaciones humanas se auto-regulan cuando las personas intervinientes abandonan el poder, el control y las creencias  y se concentran a disfrutar aquí y ahora de los afectos, la  compañía, el arte de la conversación, y todo el banquete que ofrece el acto de compartir, que algunos llaman la cultura de la ternura.

En este tema tampoco deberían existir planes y estrategias, las emociones – todas, es decir, las claras y las oscuras, las “domesticadas y no domesticadas”- no se “gestionan” emergen y aparecen abruptamente, tal vez lo mejor sería tomarse el tiempo para analizarlas.

A sabiendas que son frágiles, el mejor consejo, si es que se puede hablar en esos términos, sería bajar las armas, dejar la competencia, funcionan mejor con el paradigma del ser que con el paradigma del tener, y mucho más con la confianza que con la desconfianza.

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