Soy docente y aunque domino el arte ciencia
de la enseñanza, me cautiva y asombra lo que aprendo de la misteriosa misión que
es el enseñar, el oxímoron perfecto: cuando más enseño más aprendo.
Es insondable lo que se aprende como lo es
lo que se ignora, es decir, todos sabemos y todos ignoramos y esto nos enfrenta
a una extraña situación todos podemos ser alumnos y maestros a la vez.
Aprender implica tener ese deseo, contar
con una cuota de humildad, suspender las creencias, dialogar con el núcleo duro
de nuestro ego, implica también recordar que si
no hay cambio no hay aprendizaje.
Aprendo suspendiendo los prejuicios,
dejándolos en latencia, espaciando el tiempo
entre una emoción y su respuesta, tratando de ampliar la mirada,
saliendo de los guiones del sistema, aumentando las perspectivas, comprendiendo
que hay distintos modos de andar por el mundo.
Para ver más y más lejos es necesario
distanciarnos, lograr ese espacio tiempo para observarnos. Descubrir nuestros
puntos ciegos es la más elevada inteligencia intrapersonal, el metaaprendizaje.
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