viernes, 21 de mayo de 2021

Aprender, aprender, aprender, siempre aprender.


Soy docente y aunque domino el arte ciencia de la enseñanza, me cautiva y asombra lo que aprendo de la misteriosa misión que es el enseñar, el oxímoron perfecto: cuando más enseño más aprendo.

 

Es insondable lo que se aprende como lo es lo que se ignora, es decir, todos sabemos y todos ignoramos y esto nos enfrenta a una extraña situación todos podemos ser alumnos y maestros a la vez.

 

Aprender implica tener ese deseo, contar con una cuota de humildad, suspender las creencias, dialogar con el núcleo duro de nuestro ego, implica también recordar  que  si no hay cambio no hay aprendizaje.

 

Aprendo suspendiendo los prejuicios, dejándolos en latencia, espaciando el tiempo  entre una emoción y su respuesta, tratando de ampliar la mirada, saliendo de los guiones del sistema, aumentando las perspectivas, comprendiendo que hay distintos modos de andar por el mundo.

 

Para ver más y más lejos es necesario distanciarnos, lograr ese espacio tiempo para observarnos. Descubrir nuestros puntos ciegos es la más elevada inteligencia intrapersonal, el metaaprendizaje.

 

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