Aclaro que mi
orientación temporal apunta hacia el presente, objetivo que no siempre
logro.
Adhiero al presente, al aquí y al ahora como una realidad
meridiana, pasado y futuro son dos ficciones, la primera sometida a la
historia, no me refiero a las sociales dignas de mejores comprobaciones, sino a
las personales, a las cuestiones objetivas de los hechos y a las subjetividades
de sus versiones e interpretaciones, mientras que la segunda es totalmente
conjetural.
Pero el asunto de las temporalidades no se entiende desde
una concepción lineal si no se miran
como un sistema de delicados equilibrios, una balanza que juega en nuestras
vidas si es que tenemos la suerte y la fortuna de vivir algunos años; sin pasado no hay recuerdo
ni aprendizajes, sin presente no hay vida, sin futuro no hay proyecto, y en
esta raras circunstancias nos damos cuenta que el presente no puede ser eterno.
A veces imagino que el pasado el presente y el futuro se
reúnen de tanto en tanto para tomar un café, por supuesto con barbijo y respetando
sus distancias.
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