martes, 31 de marzo de 2020

Esas palabras perdidas




Se me perdieron palabras
en el medio de la noche
no eran dos o tres
recuerdo que eran entre seis y ocho
al haberlas  olvidado
no pude jugar con ellas a los dados
y el renglón en blanco ha quedado.

domingo, 29 de marzo de 2020

La tristeza de los vacíos.




El paisaje está cubierto
de silencios y soledades obligadas
los sentido(s) están en suspenso
los excesos o carencias de energías
no encuentran su forma de expresión
uno sólo se mueve en la aparente quietud de los latidos

sábado, 28 de marzo de 2020

Nos sacaron el piso.




La vida se detuvo o se ha relentizado
hay una ausencia de apoyos y de pasos
pero andamos con  un espíritu incognoscible
y un cuerpo evanescente e ignorado

hemos perdido lo cotidiano
la frontera de los territorios han cambiado
es la angustia real –no virtual- de los humanos
encubierta detrás de las recetas
la intención vana de ignorar el pánico
algunos se ocupan de olvidar el miedo
el consumo es un payaso
que no quiere descansar de su espectáculo
ahora se ven con más claridad las escuelas y los hospitales

es el duelo de algunas de nuestras muertes temporales (?)
perdemos lo que no podemos hacer
incluso lo simbólico y lo práctico
la construcción social de ese tiempo
el ánimo de los lunes viernes o feriados
las clásicas costumbres de los sábados
la lista pendiente de cosas postergadas
es una agenda inútil de tareas  secundarias

el amor se mantiene a distancia
los gestos, los diálogos, las palabras
el mundo sensible de la piel
extraña los calores, los sudores
aquellos temblores y rubores
los abrazos , el apretón de manos
los besos con sus múltiples variantes…
por  esos duelos y muchos más … andamos

miércoles, 25 de marzo de 2020

Refugio de Cronopios.




            Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural. Las                  esperanzas lo saben, y no se preocupan. Los famas lo saben, y se burlan. Los cronopios lo                    saben, y cada vez que encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la                      redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina. "Historias de Cronopios y de Famas"                 (1962), Julio Cortázar.

Aún no se ha descubierto,  pero yo tengo la certeza de que en algún barrio de tu cerebro o tal vez sea en una galaxia de tu micro-cosmos hay un lugar que has construido con tu real imaginación.

Por allí sopla el viento del oeste (en mi caso) porque yo elegí aquel paraje, en  un mar tropical de este continente, no me limita el tiempo para ir cuando tengo necesidad o ganas  aunque  generalmente se me ocurre en los veranos tardíos.

La playa es suave y blanca, uno camina por ella sin que se le quemen las plantas, olas suaves, colores con distintos tonos de turquesas  y aguamarinas que cambian de lugares según el sol las ilumina.

Son imágenes de palabras, motivo por el cual es imposible tener una instantánea en la cámara negra o en la lúcida cámara, ni hablar del soporte papel fotográfico, siempre sale velado.

En ese vaivén de las olas  las palabras juegan a conquistarte y uno juega con sus rodeos, zambullidas, giros y saltos para evitar que te sujeten o te atrapen.

Todos tenemos la capacidad de crear aquel paisaje, un refugio de Cronopios en medio de cualquier naufragio. Yo puedo dar cuenta de estas travesías y hoy llego a ese sitio al instante y por el aire sin necesidad de atravesar los desiertos de antaño. Aunque confieso que no tengo mapas, coordenadas ni pasajes.

En ese punto el texto adquiere fortalezas impensadas,  resiliencia , serendipia y templanza, cuando las tormentas dicen: hay que guardarse.

Los objetos que uno deja en su comarca permanecen en el espacio como hacen los escaladores de montañas en los albergues momentáneos: un lápiz – amuleto- que escribe sobre cualquier pizarra, “pantafrules “– árboles inmensos que van de la tierra al espacio- que tomé prestado de otra infancia, un libro de arena en la playa, tres ratitos envasados para la templanza, un frasco pequeño de miedos enterrados, tres palabras mágicas para el insomnio y un pájaro para recibir y repartir mis cartas…

martes, 24 de marzo de 2020

¿Quién aprende?



él o ella  que quiere y desea
él o ella que siente ese placer en el proceso de cambiar y de crecer
él o ella  que se da cuenta que necesita cambiar y hace algo al respecto
él o ella que percibe que sus viejos axiomas no se sostienen
él o ella que se adapta a sus ciclos vitales
él o ella que necesita aprender inexorablemente
él o ella que se apasionó con aprender  y no podrá volver nunca atrás

lunes, 23 de marzo de 2020

“Enfrentar la incertidumbre.”



                               “El único punto casi seguro en el naufragio (de las antiguas certezas absolutas):
                               el punto de interrogación.” Salah Stétié.

                               “Conocer y pensar no es llegar a una verdad totalmente cierta, es dialogar con
                               La incertidumbre.” Edgar Morin.

Este título entre comillas le pertenece a Edgar Morin y figura en su libro : La cabeza bien puesta.

Una delas pocas certidumbres que tenemos los humanos es que vivimos  en la incertidumbre.

Nos atemoriza no poder controlar lo inesperado, nos angustia no tener las respuestas a algunas preguntas, nos sentimos inseguros cuando no contamos con una teoría o un método que explique lo que nos pasa…

Pero lejos de ser pesimista, si asumiéramos la condición de no tener control de muchas cosas, quizás, si algunos quisieran, si reflexionáramos, podríamos aprender algunas cosas en estos períodos de crisis, ahora, Coronavirus de por medio. Aprender, entre otras cosas:

Que nuestra incertidumbre individual está abarcada  por la incertidumbre del conocimiento y la incertidumbre histórica.

Que necesitamos ser más empáticos, solidarios, respetuosos de la ley y de las reglas de convivencia…

Que sin estado, o con un estado chico como algunos en el mundo han pregonado, no hay  ni salud, ni educación, ni justicia, ni seguridad, ni…

...

lunes, 16 de marzo de 2020

The lord of the questions.


  

¿acaso está mal ser protagonista?
¿o jugamos a no ser? ¿a ser intrascendentes?
¿cuál es el límite del yo existencial y la vanidad o el desprecio de sí mismo?
¿Es posible estar siendo sin querer asir?

domingo, 15 de marzo de 2020

sábado, 14 de marzo de 2020

El señor Writer.




¿por qué sigue escribiendo el escribiente?

para seguir andando
para tolerar el mundo
para pintar el claroscuro
para sentir lo diáfano, la sombra y lo mezclado
para sostener esos refugios
para confiar en nuestros verbos
para mirar lejos y a la vez ser coherente en cada paso
para cambiar un poco algo
para encontrar el sentido de los tránsitos

para seguir andando…



jueves, 12 de marzo de 2020

Lugares impensados.




Hay una porfía inconsciente en mí
una obcecación inadvertida de encontrar alternativas
con el cuerpo con la mente y  las palabras

la búsqueda pertinaz de las ochavas
el intersticio que hay entre dos baldosas agrietadas
la argamasa de barro en las casa de campo con ladrillos de intemperie

esa obsesión para sembrar mis osadías
o esas luchas contra cualquier sumisión a los dolores
resistiendo los soles los vientos y los fríos

en los bordes de los renglones, lejos de sus convenciones
en los márgenes de la escritura y del habla
en los  límites de las  hojas, desde el umbral de aquella casa

la acción la idea y el amor
pueden dar cuenta
si persiste la coherencia

el obstinato de los versos con su  lluvia fina
repitiendo sus leyes, hábitos de palabras, trabajos y labranzas
tal  vez, quizás por ello,  nos  miran cuando florece el campo




martes, 10 de marzo de 2020

El búho y la alondra, la alondra y el búho.




La alondra pronto se durmió apenas se ocultó el sol.
Su compañero el búho soñaba con una noche apasionada.
Él se durmió ni bien comenzaba la mañana.
La alondra despertó apenas salió el sol,  con gran energía tenía ganas de hacer el amor.

jueves, 5 de marzo de 2020

Barquitos de papel




Dónde estarán aquellos barquitos de papel
esos cien, esos mil, esos…

tal vez a merced del viento y la corriente
tal vez en su veloz andar
tal vez de aventuras y naufragios
tal vez algunos rescatados en aquellas bibliotecas

viajando en los días de lluvia
con sus rápidos en sus declives callejeros
haciendo gala de su libertad
explorando emociones y sentires
siempre de blanco con garabatos negros

con  cinco  gramos de peso
ingrávidas letras que viajan sin tiempo
en un espacio donde se curva el universo

sin un destino en su frágil incertidumbre de papel
tal vez la memoria sea su puerto