El territorio del amor tiene
una geografía extensa y variada, abarca todos los climas y cambia según las
estaciones del año. A veces los caminos son llanos y otras veces aquellos senderos deambulan por terrenos encarpados.
Se parece al libro de los cambios, nadie conoce sus dominios
y hasta los más versados muestran su ignorancia a juzgar por algunos
resultados.
En el tema las certezas son teorías conjeturales motivo
por el cual es importante aprender a
vivir con cierta incertidumbre y con inestabilidades personales y globales.
En algunas zonas, siguiendo el dicho popular “el amor es
ciego”, hay que ser muy cuidadoso, estar limitado en la observación es un inconveniente
difícil de superar, por todo ello hay que ser prudente en el andar y saber esquivar los obstáculos.
Los oráculos ofrecen respuestas simbólicas pero no son
siempre tan claros en la teoría de la acción.
¿Tendrá un límite el amor? Prefiero pensarlo como un
territorio y no como un mapa con fronteras, aunque esta reflexión no me provea de tranquilidad o seguridad alguna.
El tema es complejo en todas sus manifestaciones, como
diría Fromm, en el amor fraternal, filiar, erótico, universal…
Tal vez esa actividad vital, sea una apuesta de nuestra más elevada
conciencia.
El inconveniente de esta facultad es esperar la respuesta
de lo esperado, y más aún, recibir lo no esperado.
Esta pasión tan clara no siempre tiene un correlato con
la justicia, entendiendo por ella a darle
a cada uno/a lo que le corresponde.
Las correlatividades del amor son difíciles de escudriñar
varían en sus múltiples casos y no siempre tienen una correspondencia
horizontal.
Este sentir no responde a las leyes de la de la física,
ni a la ingeniería, ni a cualquier investigación cuantitativa, o pensamiento positivista, tampoco se compra
o se vende en los comercios y en una
época tan propensa a la tecnología tampoco creo que se invente una aplicación
llamada Amormometro que pueda medir la cantidad y calidad del amor, aunque
sepamos en que parte de cerebro andan estas emociones.
Lo cierto es que el amor es una realidad aunque por
momentos no exenta de ficciones y fantasías, ya que esto se puede argumentar
con el acto de amar a algo o a alguien
que no existe.
Quizás lo que más se le parece es la ecología ya que
aquel hermano de la ternura, no existe sin la diversidad y la interdependencia
ya que no podemos amar estando solos en el mundo.
El amor y el sujeto amado son distintas cosas, es aquí
donde nos damos cuenta de los límites del lenguaje, ya que en este caso es
difícil distinguir los plurales y los singulares…
El amor no se limita a la vida de pareja, cada forma
requiere reconocimiento, calidez, aceptación de la singularidad y del sentir,
reciprocidad afectiva, empatía, diálogo, sensibilidad, diálogo, reflexión…
El contexto de este preciado aprendizaje acontece en
inevitables inclemencias, de la cual también se aprende a percibir, dentro de
su dinámico proceso, los vientos
favorables y los desfavorables. La pedagogía a través de la experiencia es la sugerencia
más recomendable.
Ah! Que sería de nosotros sin aquellos fuegos ¿dónde iríamos
a parar sin aquellos dulces momentos? ¿acaso podríamos vivir sin ese claroscuro
sentimiento?...
…los excesivos puntos suspensivos son la evidencia de mis dudas, de cierta
prudencia y de una asumida incompletud…