viernes, 1 de marzo de 2019

Algunos ejercicios para mirarse en el espejo.



…”Y pensábamos en esa cosa increíble que habíamos leído, que un pez solo en su pecera se entristece y entonces basta ponerle un espejo y el pez vuelve a estar contento”                  (Cortázar, Julio. Rayuela).

La historia del pez no creo que funcione en los humanos, el motivo del epígrafe es el hecho de comprobar que un texto nace de otro texto, el presente surgió  de las primeras líneas  que le preceden.

A hombres y mujeres les corresponden las generales de la ley en lo referente a nuestra soledad existencial, condiciones afines a nuestra consanguinidad,  de tal suerte que amigos o enemigos de esta realidad,  en algún momento somos una absoluta minoría, aunque no es real aquello de que estamos absolutamente  solos. Aún en los silencios estamos en diálogo con nosotros mismos.

Es también cierto que hay mujeres y hombres que escapan de esos instantes  y viven muy ocupados, estresados, y “sin tiempo” (?) para estar con su conciencia o en el espacio del análisis.

Mirarse al espejo, o a algún instrumento que nos ayude en sus reflejos, requiere cierta osadía, me refiero a  ver nuestro  cuerpo, nuestra  mente, nuestra sombra, nuestra forma de andar por el planeta, nuestras relaciones…, tampoco es cuestión de creérsela cuando a veces nos miramos, porque la cuestión es permanente y en lo cotidiano abundan las sorpresas , la incertidumbre y los imprevistos.

¿Qué pasará con aquellas personas que no se ven bien, o modestamente bien ? ¿se contenta con lo que ve? ¿ toleramos nuestras propias decepciones? ¿y si no le alcanza con lo que fue o lo que es? ¿Qué le marca el fiel de la balanza?¿ cómo pesa sus bienes y sus pérdidas? ¿pueden  dar cuenta de sus puntos claros y de sus cegueras?...

Hacerse cargo de sí mismo, de sus actos y de sus circunstancias, de sus esplendores y de sus eclipses, de los límites y de las conquistas y de sus libertades, de sus candados y de sus emancipaciones, de los vacíos y de las construcciones, de sus progresos y de sus decepciones…

Una forma de mirarse es escuchar lo que decimos, recordar nuestras conversaciones, indagar que ven y dicen los otros. Podemos ensayar además estar aquí y ahora en este presente, darse cuenta y dar cuenta que siempre estamos aprendiendo, que vamos siendo.

Estar en paz con los espejos es sanar alguna herida antiquísima que nos ha lastimado, estar satisfecho con el sentido de la vida que hemos construido y si no es así tratar de cambiarlo, paso a paso.

Estar en paz en esa mirada es tener una relación  amorosa con la vida y con los afectos y el entorno, aunque el mundo vaya a veces a contramano y nos parezca injusto, no siempre es  de nuestro gusto, en ese sentido sabemos  que no estamos en el paraíso y todo no se puede pretender.

Tal vez sea necesario diferenciar que hay cosas que elegimos y otras que nos pasan por encima, a veces podemos  alegrarnos y a veces podemos  perdonarnos.



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