Así como la imagen y la palabra corren por caminos
paralelos sin que una perpendicular los junte, así acontece también con algunas
expresiones artísticas, el plano, por ejemplo,
predomina en la pintura mientras que lo tridimensional lo hace en la escultura.
En la escultura la obra habla por sí misma, en la
escritura hablan las palabras. En este sentido, mi práctica es más antigua con
la escritura, no obstante ello hace algo más de cinco años que hago ejercicios
de escultura, de suerte tal que no puedo evitar vincular tales expresiones.
Cuando en silencio miro un ejercicio donde la materia es
sometida a la forma, la contemplo y es para mí es inevitable encontrarme con
las palabras, quizás no sean tantas pero siento que es necesario que algunas
den cuenta de un pretendido efecto de sentido.
Cierta vez escuché a una fotógrafa cuando se la invitó a
hablar en la exposición de su obra, su expresión fue: -La obra está allí- y
dicha frase tiene una incuestionable lógica, diría que cada arte tiene su
lógica, igual acontece con la música, a un cantante lo valoramos por lo que
canta, no por lo que habla.
Ahora bien ¿se puede mirar, contemplar, apreciar, pensar,
sin la palabra? ¿ acaso no existe un equilibrio entre el pensar y el hacer,
entre el fluir de la acción , el sentimiento y el mundo de las ideas?
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