“,
no es lo mismo el sueño que el cuento del sueño…”
Imelda
Ferrero.
Estaba de viaje no sé a dónde ni por cuánto tiempo. Había
pasado más de una semana de la salida de mi ciudad natal, el lugar que resido hace muchos años.
Desde mi partida no había llamado a nadie por teléfono,
el celular estaba apagado hacía unos días
y descansaba en la valija como quien toma sus merecidas vacaciones.
-Tengo que hacer un llamado- me dije
-No me acuerdo el número- pensé
-Podría ir a prender el celular y ver en mi agenda el
número que busco- mascullé en voz baja.
-Pero si puedo llamar desde el fijo, consultando
previamente las páginas blancas de la guía telefónica- reflexioné en silencio.
El sueño era muy vívido no exento de cierta agitación,
cuando de pronto desperté.
En ese estado de duermevela (aún no sabía dónde estaba ni
quién era) , me sentía en un nivel de conciencia suspendida entre una
relajación profunda y una lúcida revelación.
El rompecabezas aún estaba incompleto, más en ese despertar
me dije – lo que no resuelve el sueño, lo resuelve la escritura-
Después de un breve tiempo me di cuenta que ese número de
teléfono ya no existía y tampoco mi madre.
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