miércoles, 23 de mayo de 2018

Un giro de ciento ochenta grados (Escrito en Septiembre de 1978)




                                                           A Graciela Steinman.

Un día inadvertido
para la imberbe barba
de mi madurez
compré remeras de color
y una gorra pintoresca
y fui a andar por mis cosas
creo que me vieron con ojos nuevos
y yo tuve la suerte de darme cuenta,
estuve más cerca de lo inalcanzable
y las distancias no me molestaron tanto.
Me felicitaron por mi libro de poemas
vinieron con el corazón sangrando mis amigos
y yo también fui a ellos
y esta vez más que nunca
las palabras dijeron algo,
me sonrieron las mujeres jóvenes
yo anduve y ando por la mente de muchos
y quizás empiece a andar en mi
un nombre nuevo para mi canto.
De pronto los colores se sienten primero
y las formas difusas en principio
encuentran su lugar en la composición 
de mi cuadro –yo mismo-
En borrador escribo
lo que parece desordenado
ansiosa mi lapicera
no busca el final
sino extenderse emocionada
empiezo a encontrar a los otros
y a mi
también me sonríen las alegrías
y las tristezas lloran sus duelos.
En toda esta grandeza
me asusta un poco
lo etéreo y perdido que puede haber en esto
porque yo construyo mi propio camino
y hago mis perfumes
y siembro y cosecho mis alimentos
y lavo mis excrementos
y si no estoy del todo limpio
que me vean pues
con todos los blancos
y todos los negros.

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